40.000 embarazadas, sobre todo de Asia, viajan anualmente a EEUU solo para dar a luz
Marc Arcas / EFE
Estados Unidos es de los países que concede la nacionalidad a cualquier persona nacida dentro de sus fronteras, una provisión constitucional que en los últimos tiempos ha propiciado la creación y expansión de una nueva «industria»: el turismo de maternidad.
Con una red de agencias y hoteles perfectamente organizada, el turismo de maternidad busca madres embarazadas, mayoritariamente de origen chino, que quieran tener a su hijo en territorio estadounidense para que éste obtenga la nacionalidad del país norteamericano.
«Son muchos los beneficios de ser ciudadano estadounidense. Tienes acceso gratuito a la educación primaria y secundaria y puedes solicitar becas y préstamos para acceder a la universidad reservados sólo a ciudadanos de EEUU», resalta en su página web la empresa Star Baby Care, una compañía de Shanghái (China) especializada en turismo de maternidad en el sur de California.
Además, la compañía destaca otras ventajas como poder viajar sin visado a todos los países con los que EEUU mantiene acuerdos bilaterales, disponer de los beneficios médicos reservados a los jubilados y el hecho de que, cuando el hijo sea adulto, podrá pedir la residencia permanente para sus padres en el país norteamericano al amparo de la reagrupación familiar.
Decenas de agencias como Star Baby Care, tanto en EEUU como en China y otros países, ofrecen «paquetes» cerrados a las madres, que incluyen asesoramiento para obtener el visado, desplazamiento a EEUU, alojamiento en lujosas casas-hotel, y cuidados para el recién nacido y la madre.
El Centro de Estudios sobre Inmigración, una organización sin ánimo de lucro especializada en cuestiones migratorias, estima en 40.000 las personas que viajan anualmente a EEUU con el único propósito de dar a luz, mayoritariamente provenientes de China, Corea del Sur, Taiwán, Nigeria y Turquía.
Aunque censurado por parte de la opinión pública estadounidense, los medios e incluso algunos políticos, el turismo de maternidad no es ilegal y las operaciones policiales que se han llevado a cabo contra él no se centran en el hecho de viajar a EEUU a dar a luz, sino en los posibles fraudes fiscales y migratorios cometidos por las agencias y los usuarios.
Este mes, por ejemplo, la Policía llevó a cabo una veintena de redadas contra estas agencias en inmuebles de Los Ángeles, Orange y San Bernardino, en el sur de California, en las que confiscó material y trató de recabar pruebas, aunque no realizó ninguna detención.
California y Nueva York son los principales receptores de turismo de maternidad, aunque son varias las agencias que recomiendan a sus clientas no volar directamente desde sus países de origen a grandes aeropuertos como Los Ángeles, ya que las autoridades de inmigración allí están más precavidas contra esta práctica, y les aconsejan hacerlo a aeropuertos secundarios como Hawái o Las Vegas.
Las agencias, que cobran entre 15.000 y 80.000 dólares a las madres por el «paquete» completo, también asesoran sobre cómo disimular el vientre a las embarazadas en los controles de los aeropuertos, y les ayudan a gestionar los papeles una vez el niño ha nacido para obtener el certificado de nacimiento, el pasaporte y el número de seguridad social antes de regresar a su país.
Se trata de un lucrativo negocio y las autoridades migratorias estiman que You Win USA, una de las agencias inspeccionadas durante las últimas redadas y con sede en Irvine (California), facturó hasta dos millones de dólares en 2013 al ayudar a 400 madres de origen chino a dar a luz en EEUU.
Parte de la sociedad estadounidense lamenta lo que ve como «mercadeo» de la nacionalidad y son ya habituales las manifestaciones (aunque, por lo general, poco concurridas) contra el turismo de maternidad en algunas zonas del sur de California.
En Washington, políticos como el senador republicano por Luisiana David Vitter o el ex congresista por Georgia Phil Gingrey abanderan la lucha contra esta práctica que, a su juicio, «se aprovecha de las reglas del juego».
Esos políticos proponen modificar la decimocuarta enmienda a la Constitución, que establece la nacionalidad automática a todo aquél nacido en suelo estadounidense.