Anciano en Japón busca ayuda para su hijo adicto al pachinko

 

No dura en los trabajos y se endeuda mucho


Pachinko

K, un sexagenario que reside en Tochigi, tiene un gran problema: su hijo. Casi treintón, es un adicto al pachinko y en general a los juegos de azar hasta el extremo de endeudarse, revela en una carta dirigida a Yomiuri Shimbun.


Una vez el anciano asumió una deuda de su hijo. Sin embargo, este no escarmentó y contrajo otra, de un millón de yenes (9.800 dólares). Y no es lo único que debe. En el manejo de sus asuntos financieros es un irresponsable.

En el trabajo también es un desastre. Renuncia ante el primer viento en contra y así anda, de empleo en empleo. Ni siquiera tiene techo, vive en la casa de conocidos.

Cuando K lo va a visitar, no lo recibe. Y las escasas veces que el hijo visita a su padre, terminan peleando. Los amigos del chico también están preocupados por su situación, pero él no responde cuando lo llaman o escriben.


K aún tiene trabajo, pero ya no gana tanto como antes y la salud de su esposa no es tan buena. Está muy preocupado y no duerme bien. ¿Cómo enderezar a su hijo? No tiene una respuesta y busca el consejo de un experto a través de Yomiuri.

El profesor universitario Masahiro Yamada le hace ver que algunos jóvenes que acostumbran meterse en problemas, cuando saben que sus padres siempre van a estar para socorrerlos, no se corrigen.


Por ello, le pide que no se haga cargo de los problemas de su hijo para que este sienta las consecuencias de sus actos. Sin embargo, también entiende que esto podría llevar al joven a cometer un delito o algo grave. No es una situación fácil.

Si su hijo lo visita, le aconseja que intente contener su enojo y evite quejarse de él, y que, más bien, lo trate con cariño. Yamada cree que eso podría impulsar al joven a bajar la guardia y abrirse a su padre. “Si él empieza a hablar de lo que siente, es la oportunidad de escucharlo”, escribe.

“Creo que lo que él más desea es la experiencia de ser aceptado por alguien”, dice. La idea es mantener el equilibrio entre la firmeza (no apoyarlo financieramente para que asuma la responsabilidad de sus deudas) y el afecto de padre (apoyo moral).

Si eso no funciona, entonces K tendrá que buscar ayuda profesional, concluye Yamada. (ipcdigital)

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