«Queremos ofrecer nuestra más sincera disculpa», dice un vocero de la empresa
Tokyo Electric Power (TEPCO), operador de la accidentada central de Fukushima, admitió haber detectado por primera vez la filtración de agua radiactiva desde los sótanos de la central al mar.
«Queremos ofrecer nuestra más sincera disculpa. Hemos hecho todo lo posible para impedir que el agua tóxica saliera fuera de la planta», detalló un portavoz de la compañía, en declaraciones recogidas hoy por el diario Nikkei.
A pesar de su anuncio, TEPCO considera que la cantidad de agua radiactiva filtrada al mar es muy limitada y se ha producido en la zona del puerto situado frente a las unidades de la central, aislado del mar abierto por diversos rompeolas que protegen la planta.
En este sentido, la eléctrica no espera que la detección de este agua contaminada en el mar provoque un impacto significativo para el medio ambiente.
TEPCO empezó a sospechar de la posibilidad de que se estuviera filtrando agua radiactiva al mar después de detectar líquido contaminado en los pozos de observación situados entre las unidades nucleares y el puerto de la central con hasta 9.000 becquereles por litro de cesio-134 y 18.000 becquereles por litro de cesio-137.
En esta línea, a primeros de mes la Autoridad de Regulación Nuclear de Japón (NRA) ya anunció su «firme sospecha» de que el agua radiactiva concentrada en los sótanos de la accidentada central nuclear se estaba filtrando al suelo y el mar.
Actualmente, la principal preocupación en las labores para desmantelar la central es la acumulación de agua contaminada en el subsuelo de los edificios que albergan los reactores nucleares, líquido que se incrementa a diario por la filtración de agua subterránea proveniente de las zonas colindantes.
Para aislarlo, la eléctrica cuenta dentro del complejo nuclear con cerca de 1.000 contenedores en los que almacena este agua radiactiva, parte de la cual utiliza, una vez retirada la sal y las partículas radiactivas, para enfriar los reactores
Tras el accidente nuclear de Fukushima en 2011, el peor desde Chernóbil en 1986, cerca de 3.500 trabajadores luchan a diario en la central japonesa para dar por concluida la crisis atómica, una labor que se estima se prologará durante los próximos 30 o 40 años. (EFE)
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