Por la psicóloga Irma Aráuz*
En todas las relaciones la ternura es importante, pero en la relación de pareja cuando no se pone en práctica, el amor peligra.
¿Qué es la ternura?
Es una manifestación de la afectividad. A través de ella la relación afectiva se torna llena de cariño y delicadeza hacia la otra persona. Pero para mostrarla se necesita de serenidad, de paz con uno mismo. La ternura muestra la excelencia de quien la practica sintiéndose feliz por esta donación de sentimientos que hacen que el otro se sienta igualmente feliz, amado, cuidado y respetado, porque en el amor auténtico hay ternura. Concretamente la ternura es dar cariño con calidad, el compromiso de donación y afecto, que busca la alegría del otro a través de pequeños detalles de la vida diaria.
¿Cómo se manifiesta?
La ternura se manifiesta a través de una comprensión exquisita y fina que va directamente a la intimidad, con el deseo de recrearse agradando a esa otra persona. En el plano sexual es corporal, en el plano afectivo busca los sentimientos más nobles: dulzura, amabilidad, cortesía, humanidad, es hacerle sentir al otro lo que tiene de bueno.
La ternura siempre está dentro de nosotros y hay momentos en la vida en que tenemos mayor necesidad de ella como cuando estamos solos en un país desconocido, como en nuestro caso que vivimos en Japón, con gente desconocida y que no entiende este sentimiento porque está “mareada” con sus propios triunfos y ocupaciones. Pero lo rescatable de todo esto es que en las frustraciones y en la soledad el ser humano parece como si se curara de esa soberbia y volviera a ser benévolo con el otro, buscándole enternecido y aprendiendo a serlo.
Como dije al principio de estas líneas, en la relación de pareja la ternura es decisiva. Cuando escasea, ese amor peligra y cae en la peor enfermedad: la rutina. En la rutina se mueve la apatía, el abandono, la dejadez, la despreocupación por mejorar el trato.
¿Qué hacer?
Las emociones como el amor, el miedo, el coraje tienen su base a nivel neurológico en el sistema límbico. Para manejarlas y expresarlas de manera adecuada hay que estar conscientes, hay que darnos cuenta de lo que nos pasa. La consciencia hace que la corteza cerebral procese las emociones adecuadamente y nos permita ejercer cierto grado de control, no para reprimir, sino para cambiar y aprender que el otro quiere lo mismo que nosotros y que un buen paso para volver a recrearnos en el otro es precisamente la ternura compartida.
*La psicóloga Irma Aráuz atiende directamente en el teléfono 090-2553-3307 y en el e-mail consultasairma@live.com.ar.