Jorge Barraza: “Por Paolo y por Cassio, ¡Sudamérica!»

Jorge Barraza

Por Jorge Barraza*

Emotivo, ilusionante, enorgullecedor, así fue el triunfo de Corinthians en el Mundial de Clubes. Seis años después de la conquista del Inter de Porto Alegre sobre el Barcelona, el fútbol sudamericano recupera la corona. Casi diríamos el brasileño. En las últimas 9 ediciones, sólo San Pablo, Inter y Corinthians han logrado arrebatar el trofeo a los europeos. Las posibilidades económicas de los clubes de Brasil son tan superiores a las del resto del continente que los tornan representantes casi exclusivos. Hoy, salvo que se cuele Boca o algún otro argentino en buen momento, es así.


Un botón de muestra: Corinthians, para este cronista el equipo más popular de Brasil con amplitud, firmó hace un mes un contrato de publicidad con Caixa Economica Federal por 15,5 millones de dólares anuales sólo por estampar su nombre en el frente de la camiseta. Fisk y la telefónica TIM figuran en espacios más reducidos de la casaca y aportan otros 7 millones. Total: recibe 22,5 millones sólo por ese rubro. Y Nike paga aparte por la provisión de indumentaria. “Es el tercer mayor contrato de Nike en el mundo, apenas detrás del Manchester United y el Barcelona”, dice el presidente Mario Gobbi.

Esa potencialidad de mercado fue justamente la que le dio el título: apenas 9 días después de consagrarse campeón de la Copa Libertadores, Corinthians presentó en sociedad a Paolo Guerrero, refuerzo excepcional, acaso prohibitivo para otros clubes de la región. El técnico Tite y los directivos sabían que necesitaban un atacante de auténtica jerarquía para potenciar el equipo si es que querían tener alguna chance. Y el peruano hizo los dos goles que le dieron el Mundial: el del 1-0 en semifinal ante el Al-Ahly y el del 1-0 de ayer ante el insípido Chelsea, un equipo desangelado, sin mística. Al menos ayer.

Primer campeón invicto de la Libertadores en 53 años jugando los 14 partidos, Corinthians mostraba además una carta de presentación notable: sólo 4 goles recibidos en toda la Copa. Impresionante seguridad defensiva. Chelsea ahora sabe que esos ínfimos 4 goles no son porque sus rivales sudamericanos eran malos, sino porque en verdad la defensa corinthiana es de acero.


El cuadro inglés chocó contra una roca maciza. La obra de Tite es esta pieza de relojería eficiente, con tremenda capacidad de sacrificio y de marca, de gran fuerza física, rápido, pragmático, ultradisciplinado tácticamente y paciente para trabajar los partidos y esperar las escasas ocasiones ofensivas que el juego le presente. Desde los números es un cuadro perfecto Corinthians. Paolo Guerrero vino a darle su toque de distinción. Increíble que un conjunto brasileño necesite de un extranjero para aportarle algo de estética. Y de gol. Pero el resto es un reloj que no atrasa un segundo. Nada hay más alejado del Jogo Bonito que este Corinthians, es una organización que marca, encima, presiona, obstaculiza. Es poco menos que imposible “crear” juego ante ella.

No brilla el Timao, pero tampoco pega, no hace tiempo, no especula. Ni siquiera se lo puede tildar de defensivo, pues de ningún modo se abroquela atrás ni cede la iniciativa. Le falta más posesión de balón porque destina  gran parte de sus energías en desarticular al adversario mediante presión, dinámica y velocidad. Y cuando consigue la bola trata de jugarla con seguridad y prolijidad, sin pelotazos. No tiene estrellas: son once eficientes trabajadores de una misma causa. Lo dice Emerson, su punzante delantero autor de los dos goles en la final de la Libertadores: “No hay un mejor jugador”.

Si no se desarma (y estamos convencidos que no lo hará, porque no tiene necesidad económica ni es la voluntad de la dirigencia), Corinthians debería repetir el título en América. Es supercandidato. Este Mundial de Clubes no es un fin de ciclo para el conjunto paulista. Al contrario, se huele más gloria.


Dentro de esta casi alemana maquinaria, cabe destacar a los dos laterales, los velocísimos, firmes y aplicados Alexandre y Fabio Santos; el “8” Paulinho (aventuramos que será el volante derecho de Brasil en el 2014); el centrocampista Ralf, una topadora; el volante-delantero derecho Jorge Henrique, que juega por la banda con incansable y eficaz ida y vuelta; el zurdo Danilo, volante mixto muy inteligente. Y llegamos a los dos últimos… Cassio, un arquero para ser campeón. Tapó 3 pelotas imposibles, milagrosas, extraordinarias, eran goles hechos. Luego tuvo varias intervenciones más de alto mérito. Se llevó el Balón de Oro. Es un arquero de oro. ¿Por qué no es  titular en la Selección Brasileña…? Sólo Luiz Felipe Scolari puede responderlo.

Las líneas finales para Paolo, un jugador excepcional. Bravo, picante, brillante, elegante. Inventó dos maniobras en el área chica, sin espacio, sin tiempo, rodeado de enemigos, que sólo él puede imaginar. Y salió airoso. Y marcó los dos goles del campeón en el torneo. En la época del Independiente glorioso de las Copas, años ’70, le preguntaron al Zurdo López, exquisito zaguero, por la importancia del volante Alejandro Semenewicz, una rueda de auxilio para todos. El Zurdo lo resumió así: “Sin el Polaco no solamente no podemos ganar un partido, no podemos ni entrar a la cancha”. Con el debido respeto, lo aplicamos a la Selección Peruana: sin Paolo, mejor ni presentarse. El mejor futbolista peruano en mucho, mucho tiempo. No ganó el Balón de Oro porque se interpuso Cassio, un coloso.


*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.


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