“Esta es la mejor Alemania de la historia”, afirma Franz Beckenbauer a cada momento. No nos animamos a contradecirlo: es una maquinita. Cuatro jugados, cuatro ganados en esta Eurocopa. Y con paso de oruga: achata todo lo que pisa. El viernes pasó por encima de Grecia, tan orgullosa de su firme y populoso mecanismo defensivo futbolero como de su antigua civilización.
Lejos del ideal aristotélico, en esta Grecia todos marcan, enciman, raspan, pegan, obstruyen, protestan… Desde el centrodelantero -el más aguerrido y áspero- hasta el último zaguero. De nada les sirvió frente a estos panzer alemanes, que son tan destructores como aquellos vehículos blindados de la Segunda Guerra, aunque con una peculiaridad: destruyen con arte. Son unos panzer sin casco, con galera y violín, tocan fantástico, como solistas y en grupo. Son una maquinita, sí, y también una orquesta.
Aún en su circunspección habitual, Beckenbauer soltó durante el Mundial 2010 una exclamación de entusiasmo: “¡Nunca Alemania jugó así!”. Es verdad, jamás habíamos admirado a una Alemania de toque y preciosismo como esta. No la hubiésemos imaginado. A la tradicional solidez y confiabilidad germana esta versión 2010-2012 le agrega encanto, gracia, todo eso que en francés se sintetiza en charme.
Esta de Ozil, Schweinsteiger, Lahm, Thomas Muller, Khedira, Mario Gómez puede ser comparada con la granítica escuadra del ’74, la de Gerd Müller, Paul Breitner (el guerrero más feroz que este cronista haya visto en una cancha de fútbol), Overath, el mismo Franz, Hoeness, Vogts, Maier, Bonhof… Desde luego debe remarcarse que aquella fue campeona del mundo venciendo nada menos que a la célebre Holanda del Fútbol Total. La actual aún debe ser.
También podemos poner a la Mannschaft de hoy frente a frente con la de 1990 (la dirigía el mismo Kaiser), cuyas virtudes resaltantes eran una tremenda potencia, velocidad y agresividad. Klinsmann, Voeller, Matthäus, Littbarski, Brehme eran auténticos Panzer, una tromba a la que solo pudo paralizar el toque cadencioso, virtuoso de la Colombia de Valderrama. También esa Alemania levantó la Copa en Italia.
Pero la actual formación de Joachim Löw juega mucho más bonito que ambas sin perder por ello eficacia. Al revés, la aumenta generando incontables situaciones de gol gracias a su repertorio de toques, paredes, enganches y amagues. Todo sazonado con mucha movilidad y rotación, cualidades intrínsecas del fútbol alemán. Un fútbol de magnífica ocupación de los espacios. Uno nunca encuentra una zona “desguarnecida” cuando juega contra Alemania.
Además, esta selección de Joachim Löw tiene otra virtud histórica del futbolista teutón, una pegada perfecta, que se traduce en dos aspectos cruciales del juego: 1) pase seguro, 2) puntería frente al arco. Sería algo muy extraño que Alemania domine un partido y falle muchos goles porque sus atacantes la tiran afuera seguido. Tienen el don de la eficacia.
Low cuidó la tropa frente a Grecia, puso varios suplentes y ganó cómodo. Que un técnico aliste reservas en la fase de grupos, estando ya clasificado, es normal. Pero en cuartos de final, en partido de eliminación directa, nadie lo hace. Tanta es la seguridad en su plantel.
No advertimos, hoy, ningún equipo mejor perfilado para Brasil 2014 que este de Löw. Si el Mundial fuese ya mismo, tendría en España un escollo durísimo, como se demostró en Sudáfrica. Pero a dos años vista esta Alemania parece invencible, se la ve en crecimiento y debería alcanzar su techo justamente en Brasil. Tiene 16 jugadores de altísima condición técnica, todos en una edad magnífica, con notable contextura física y gran experiencia pese a la juventud.
Manuel Neuer (26 años, 1,93 de estatura, 22 partidos internacionales), es el mejor arquero del mundo detrás de Casillas, hoy. Ganador nato. Tres zagueros muy firmes: la topadora Hummels (23 años, 1,91, 8 juegos), el ascendente Holger Badstuber (23 – 1,89 – 15) y el muy concocido Per Mertesaker (27 – 1,98 – 81). Un lateral con gran fútbol, Philipp Lahm (28 – 1,70 – 90).
Siete volantes, a cual mejor: Sami Khedira (25 – 1,89 – 31), Schweinsteiger (27 – 1,83 – 91), el cerebral y exquisito Mesut Özil (23 – 1,82 – 31), Thomas Müller (22 – 1,86 – 25), Toni Kroos (22 – 1,80 – 21), Marco Reus (23 – 1,80, – 7), Mario Götze (20 – 1,85 – 4). Buenísimos todos.
Tres atacantes que, en conjunto, suman 146 goles para la selección: el acorazado Mario Gómez (25 – 1,89 – 26), Miroslav Klose (34 – 1,82 – 118) y Lukas Podolski (27 – 1,82 – 83). Le falta quizás alguna variante más en ataque, y habría que ver cómo llegaría Klose con 36 años a una Copa del Mundo, pero su estado actual es óptimo, porque lo que seguramente estará en Brasil.
Lo más complicado para un entrenador, cuando dispone de tan buen material, es ensamblar y armonizar. Ya lo ha logrado Löw, que además viene trabajando con este grupo desde 2004, primero como asistente de Klinsmann, desde 2006 al frente de todas las decisiones.
Después de dos terceros puestos seguidos, en 2006 y 2010, el surgimiento de un puñado de jóvenes talentosos coloca a Alemania en calidad de favorito a todo. Estamos frente a un equipo que puede hacer historia. Y atención: el jugador alemán no es de fracasar en las citas importantes, al contrario, saca a relucir.
Una suerte ser contemporáneos de este equipazo, como lo hemos sido del Barsa de Guardiola, como lo somos de Messi. Disfrutemos de esta Alemania. El jueves, frente a Italia o Inglaterra, promete otra función estelar.
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