Se parece a sonidos familiares como los truenos, las palomitas al hacerse y los fuegos artificiales, afirman expertos
El «sonido» del terremoto que devastó Japón hace un año se parecía a un potente trueno, a unos fuegos artificiales o al estallido de unas palomitas al hacerse, según desde dónde se midieran las ondas sísmicas.
Científicos de EEUU han logrado convertir estas ondas en archivos de audio en los que se puede «oír» el temblor mientras progresa a lo largo del planeta.
El terremoto de 9 grados en la escala de Richter, del que se cumple un año el próximo 11 de marzo, fue el cuarto más potente registrado desde 1900 y el más estudiado de la historia.
Los registros de miles de sismógrafos y la disposición de Japón de compartir sus datos con el resto del mundo han permitido a los científicos convertir las ondas sísmicas en archivos de audio y «reproducir» el sonido del temblor.
«Logramos revivir los datos del terremoto al combinar la información sísmica auditiva y visual», explicó Zhigang Peng, profesor adjunto del Instituto de Tecnología de Georgia (EEUU), uno de los principales responsables de los archivos de audio publicados en un estudio difundido en la última edición de Seismological Research Letters.
En las grabaciones se pueden apreciar «los cambios en la intensidad y la amplitud (del sonido) mientras se observan los cambios de frecuencia sísmicos. La audiencia puede relacionar estos signos con sonidos familiares como los truenos, las palomitas al hacerse y los fuegos artificiales», afirma Peng.
El oído humano puede captar sonidos de una frecuencia comprendida entre los 20 herzios y los 20 kiloherzios, que sólo se corresponden con las ondas sísmicas más potentes recogidas por los sismógrafos.
Para reproducir el sonido del terremoto, Peng y sus colaboradores en EEUU y Japón reprodujeron los datos a una velocidad mayor para aumentar la frecuencia hasta niveles audibles, lo que también permite escuchar en unos pocos segundos los datos recogidos durante varios minutos u horas.
Una de las grabaciones reproduce el sonido de las ondas sísmicas captadas a 144 kilómetros del epicentro del terremoto. En ella el temblor principal se asemeja al ruido de un trueno, seguido de pequeñas explosiones que se corresponden con las réplicas a medida que se ajustan las placas tectónicas, unos movimientos que seguramente se prolongarán durante años.
En otra se puede «oír» el terremoto a través de los registros tomados en California. El temblor principal suena como una tormenta en la lejanía y es seguido de un sonido parecido a la caída de la lluvia, que representa la actividad inducida en la falla californiana de San Andrés. (EFE)
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