Por Jorge Barraza*
“La bofetada del Barcelona sobre el Santos encendió una luz amarilla sobre nuestro fútbol. ¿Estamos retrocediendo…? ¿Tenemos menos cracks que antes…? ¿Todo el mundo evolucionó menos el fútbol brasileño…?”. Los interrogantes los formula Eduardo Tironi, columnista del popular diario deportivo Lance. La derrota de Vasco da Gama ante Nacional en su estreno por la Libertadores sembró preocupación y abrió un debate. Vasco, de local, fue claramente superado por el cuadro uruguayo. Con juego, no sólo con garra.
Los equipos brasileños están jugando mal y ya no imponen supremacía ni de local. Flamengo perdió ante Real Potosí. Santos cayó frente a The Strongest (un sólo jugador del Santos, Neymar, cobra en un mes lo mismo que todo el plantel boliviano en un año). Corinthians le empató milagrosamente en el minuto 94 al Táchira venezolano. Con el agregado de que manejan presupuestos infinitamente mayores a los de sus rivales del continente.
¿Qué está aconteciendo con el fútbol brasileño, desde siempre una máquina de producir grandes talentos y de un juego espectacular y ganador…? “Nuestros equipos están siendo superados, a veces en forma asustadora”, dice SporTV.com. A su vez, Renato Mauricio Prado, columnista del diario O Globo, enciende todas las alarmas: “Si la gente mira un poquito hacia atrás, recordará que Flamengo se llevó un chocolate (un baile) de la ‘U’ de Chile aquí mismo, en Río. A Vasco le dieron un baño de bola. El fútbol brasileño está recibiendo varios mensajes, es momento de reflexionar. La Copa del 2014 está ahí nomás y la conclusión a que se llegue después puede ser demasiado dura”.
Prado dice que veteranos como Ronaldo, Adriano, Juninho Pernambucano, volvieron ya muy grandes a Brasil y aún así marcaron diferencia. “En los últimos años, las grandes figuras del campeonato local fueron dos argentinos que ni siquiera destacaban en su país: Conca y Montillo”.
La patria de Pelé y Garrincha siempre se caracterizó por ser una fábrica de cracks y de jugar un fútbol artístico, el más bello que el mundo haya visto a lo largo de medio siglo. De disponer, mínimo, de tres o cuatro monstruos en cada selección, rodeados de varios fenómenos más. En 1958 y ’62, Zito, Didi, Nilton Santos, Djalma Santos y los geniales Pelé y Garrincha. En 1970, Carlos Alberto, Clodoaldo, Gerson, Tostao, Rivelino, Jairzinho, Pelé. En 1982 y ’86, Zico, Falcao, Sócrates, Junior, Toninho Cerezo.
Luego, ya en menor dimensión aunque siempre en altísimo nivel, Bebeto, Romario, Branco. Más tarde llegaron Rivaldo, Ronaldo, Ronaldinho, en seguida Kaká… Hoy, “a Seleçao” se ha transformado en un equipo “normal”. Y por primera vez Brasil descendió al 7° puesto en el Ránking Mundial.
“Mano Menezes acaba de convocar a 23 jugadores para jugar ante Bosnia y sólo vemos un crack en la lista: Neymar”, agrega Tironi. Y muchos le salen al paso: “Neymar tiene mucho potencial, pero aún le falta mucho; pregunten a Puyol y Piqué si es crack”, dicen varios foristas, aludiendo a la final del Mundial de Clubes, donde se notó que el joven santista tiene grandes condiciones técnicas, pero está lejos aún de decidir un partido.
La baja producción de talentos ha disparado un fenómeno nuevo en Brasil: la contratación de extranjeros. Antes era muy raro que miraran hacia afuera. Este año ya suman 38 foráneos. Los preferidos son los argentinos: hay 17. La novela del verano fue el posible pase de Walter Montillo, de Cruzeiro a Corinthians. El club paulista llegó a ofrecer hasta 15 millones de dólares, pero los de Belo Horizonte se plantaron en 20 y no aflojaron. Darío Conca, Walter Montillo y Andrés D’Alessandro fueron elegidos por público y prensa como los tres mejores futbolistas de Brasil en 2011.
También hay 5 uruguayos (valorados por su entrega), 4 colombianos y 4 paraguayos, entre otros. Seguramente el número se incrementará. La próspera economía brasileña y la alta apreciación de su moneda los favorece para servirse lo que gusten de los países vecinos. Además, porque están prácticamente cortadas las transferencias a Europa.
“Hay una gran confusión”, dice el periodista Gustavo Poli. “Los clubes tienen dinero, pero se gasta mal. Que Ronaldinho cobre lo que cobra (7,5 millones de dólares al año en Flamengo) para jugar lo que juega, suena exagerado”.
Sergio Xavier, director de redacción de la revista Placar, ve un panorama complicado: “Tenemos varios factores concurriendo al mismo tiempo. Un problema, aunque parezca paradójico, es que entra demasiado dinero en los clubes y en lugar de trabajar en la formación de jugadores se dedican al marketing. Además, se ha dado preeminencia al fútbol físico. Hoy, un garoto con menos de 1,70 de estatura ni siquiera consigue una prueba en un club. No hay grandes técnicos. Al igual que Argentina, tenemos valores como para hacer una buena selección, pero ningún técnico consigue formar un buen equipo. Y en la Copa Libertadores, los triunfos brasileños se dieron más por la decepcionante actuación de los argentinos que por méritos de los brasileños”.
Con Zagallo, Parreira, Dunga y hasta incluiríamos a Scolari, la Selección se acostumbró durante muchos años a jugar a la retranca. Que el gasto lo hicieran los otros, ellos algún gol siempre marcarían y Brasil vencería. Pero se fue perdiendo juego. “Estamos pasando por una crisis de creatividad. Nuestros entrenadores en general son muy defensivos”, matiza Celso Unzelte, colega paulista. “Desde el Mundial 2006 toda la prensa nacional señala la necesidad de una renovación técnica y táctica, pero no se dio. La designación de Dunga fue un error. Su estilo de fuerza perjudicó mucho. Y ahora, que la economía está bien, los clubes compran en lugar de promover a las jóvenes promesas”, completa Chico Maia, analista mineiro.
Muchos hasta celebran que Brasil estuviese clasificado de oficio para el Mundial. De haber tenido que afrontar la Eliminatoria, habría tenido que sudar tinta. El coloso parece dormir una larga siesta. ¿Despertará a tiempo para el 2014…?
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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