El Producto Interior Bruto (PIB) japonés se contrajo menos de lo esperado de abril a junio gracias al buen ritmo de recuperación, tras el desastre del 11 de marzo, de la economía nipona, la cual podría volver a crecer en el próximo trimestre.
En esos tres meses la tercera economía del mundo se contrajo un 0,3 por ciento con respecto al periodo entre enero y marzo y un 1,3 por ciento a ritmo anualizado.
Aunque eso supone el tercer trimestre consecutivo de descenso en el crecimiento de la economía del país asiático, lo que técnicamente la sitúa en recesión, tanto los analistas como el Gobierno nipón han considerado que los resultados invitan a un cierto optimismo.
El ministro de Finanzas japonés, Yoshihiko Noda, estuvo de acuerdo hoy en señalar que los datos han sido mejor de lo esperado, e incluso insistió, en declaraciones a la agencia local Kyodo, en la posibilidad de que el crecimiento del PIB sea positivo durante el trimestre que va de julio a septiembre.
El Gobierno nipón temía que el descenso en el crecimiento fuera mayor, debido a la ralentización en la producción y las exportaciones tras el terremoto y el tsunami.
Pese a que el consumo privado, uno de los motores de Japón al constituir el 60 por ciento de su PIB, aún se resiente por los efectos del seísmo, los datos publicados hoy indicaron una caída del 0,1 por ciento, muy por encima del descenso del 0,6 por ciento que se registró en el trimestre anterior.
El incremento en las ventas de televisiones de última generación, tras el reciente apagón analógico en Japón, y también de ropa, compensaron los datos negativos que aún arrastran los sectores de alimentación y de servicios, según indicó hoy el Gobierno.
Además de la ligera mejora en la confianza del consumidor nipón, los analistas también valoraron positivamente el que las inversiones privadas de no residentes, consideradas como un anticipo del curso de la economía, se incrementaran un 0,2 por ciento, lo mismo que la inversión pública, que creció un 3 por ciento.
Este último apartado vio su primer incremento en seis trimestres debido a que el Gobierno ha acelerado los trabajos de reconstrucción de las zonas devastadas, incluyendo la edificación de casas temporales para los afectados por el desastre de marzo.
Sin embargo, el terremoto y el tsunami dieron lugar a una caída en las exportaciones japonesas del 4,9 por ciento entre abril y junio, la mayor desde que éstas se encogieron un 25,3 por ciento en el primer trimestre de 2009, tras el inicio de la crisis global.
Además, los exportadores japoneses vienen padeciendo el reciente fortalecimiento del yen frente a las divisas de referencia, lo que afecta a su competitividad y recorta sus beneficios a la hora de repatriarlos.
En este sentido, el ministro de Finanzas japonés indicó hoy que, pese a que la economía nipona se recupera a mejor ritmo del previsto tras la catástrofe, el encarecimiento del yen es un «riesgo» que amenaza a la economía nipona.
Hoy, tanto el dólar como el euro subieron ligeramente con respecto a la moneda japonesa, con el verde intercambiándose en torno a los 77 yenes, y la divisa europea en la franja inferior de los 110 yenes.
No obstante, el temor a que la crisis fiscal en Europa y EEUU debilite aún más sus respectivas divisas mantiene vivo el fantasma de una nueva intervención de Japón en el mercado de divisas para apreciar su moneda.
La autoridades niponas ya lo hicieron hace poco más de una semana, cuando el yen se acercó a las 76,25 unidades por dólar, su nivel máximo desde el fin de la II Guerra Mundial.
Y, pese a que los efectos de esta acción prácticamente se han diluido, el Gobierno japonés ha insistido en que volvería a intervenir unilateralmente en el mercado de divisas para evitar que las exportaciones, el otro motor de la tercera economía del mundo, se resientan aún más tras la catástrofe.
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