Un hallazgo excepcional en las costas del lago Turkana, en el norte de Kenia, ha revelado huellas fosilizadas de hace aproximadamente 1,5 millones de años pertenecientes a dos especies distintas de homínidos: Paranthropus boisei y Homo erectus. Según un estudio publicado en la revista Science por un equipo internacional de investigadores de instituciones como la Universidad Chatham y la Universidad de Stony Brook, estas huellas ofrecen valiosas pistas sobre cómo coexistieron diferentes especies humanas en un mismo entorno durante el Pleistoceno.
El descubrimiento incluye una serie de pisadas consecutivas y huellas dispersas, que los científicos atribuyen a Paranthropus boisei, un homínido robusto conocido por su mandíbula fuerte adaptada a una dieta basada en raíces, tallos y frutos duros, y a Homo erectus, una especie más evolucionada y cercana al género Homo sapiens.
La coexistencia de estas dos especies, que ocupaban roles ecológicos distintos, abre nuevas interrogantes sobre las interacciones entre los primeros homínidos. Mientras que Paranthropus boisei destacaba por su complexión más pequeña y su dieta vegetariana, Homo erectus ya había desarrollado la marcha bípeda completa y es conocido por su posterior expansión desde África hacia Europa y Asia.
El hallazgo de estas huellas fosilizadas refuerza la idea de que diferentes especies humanas podían habitar los mismos territorios, probablemente compartiendo recursos y enfrentando desafíos similares. “Este descubrimiento es una pieza crucial para entender cómo las distintas especies humanas interactuaban con su entorno y entre sí”, señaló uno de los autores del estudio.
Aunque las huellas fosilizadas por sí solas no pueden proporcionar información directa sobre las posibles interacciones sociales o conflictos entre estas especies, los investigadores sugieren que este tipo de descubrimientos complementan el análisis de restos fósiles, como cráneos y esqueletos, que ya han proporcionado información sobre sus hábitos alimenticios y estilos de vida.
El lago Turkana, conocido como la cuna de la humanidad, sigue siendo un lugar clave para los estudios paleoantropológicos. Con este nuevo hallazgo, se refuerza su importancia como testigo de la diversidad y complejidad de los primeros pasos de la humanidad. (RI/AG/IP/)
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