Si la Iglesia de la Unificación de Japón no se disuelve, “seguirá creando desgracias”

Iglesia de la Unificación (TBS)

En la decisión del gobierno de Japón de solicitar una orden judicial para disolver la Iglesia de la Unificación influyeron los testimonios de antiguos miembros de la organización religiosa.

Entre ellos el de un hombre en la treintena que reside en la región de Kanto, que fue entrevistado por un funcionario de la Agencia de Asuntos Culturales en 2022 y 2023.


El hombre no pudo elegir ser parte de la Iglesia, sus padres lo hicieron por él.

Hijo de una pareja que se casó en una ceremonia masiva organizada por la Iglesia, creció con sus “enseñanzas”.

En declaraciones a Mainichi Shimbun, el hombre cuenta que tras ingresar a la universidad comenzó a vivir con unos diez seguidores en un apartamento de tres habitaciones por sugerencia de la Iglesia.


Como parte de su labor de adoctrinamiento, tenía que acercarse a la gente frente a una estación con el pretexto de realizar un cuestionario sobre la felicidad.

Le dijeron que no se identificara como miembro de la Iglesia y que invitara a las personas a responder en un café que estuviera cerca.

Recuerda también que le encargaron vender postales tocando puertas de casa en casa sin informar de que los ingresos eran para la organización religiosa.


En el seno de la Iglesia se decía que con esta actividad que se hacía en todo Japón se buscaba “recuperar dinero y bienes contaminados que habían sido tomados por Satanás para entregárselos a Dios”.

El hombre de Kanto dice que comenzó a tener dudas cuando observaba que la gente de su entorno, todos pertenecientes a la Iglesia, no parecía feliz.


También alimentó sus dudas la lucha por el poder que estalló entre la esposa y los hijos del fundador de la Iglesia de la Unificación, Sun Myung Moon, cuando murió en 2012.

Abandonó el grupo hace unos 10 años.

No fue fácil reinsertarse en la sociedad.

Cuando era parte de la Iglesia le prohibían relacionarse con mujeres para no “caer en el infierno”. Recuerda que una vez, ya fuera de la organización religiosa, estaba con la primera mujer con la que tuvo una cita y que no podía dejar de temblar y llorar. “Me di cuenta con dolor de que no se habían respetado a las personas y las libertades”, dice sobre la Iglesia.

El hombre ha seguido las noticias sobre la Iglesia y su defensa ante las críticas que ha recibido. Sus explicaciones acrecientan su ira.

“No reflexionan sobre sus acciones ni muestran preocupación por aquellos que se quejan de daños”, afirma.

Él tiene clara la solución: “A menos que se disuelva, seguirá creando desgracias”. (International Press)

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