La educación cívica y su relación con la seguridad en Japón, por Julio Peña

Shibuya.

Seguridad (del latín securitas) cotidianamente se puede referir a la ausencia de riesgo o a la confianza en algo o en alguien. Sin embargo, el término puede tomar diversos sentidos según el área o campo al que haga referencia en la seguridad. En términos generales, la seguridad se define como: «El estado de bienestar que el ser humano percibe y disfruta».

Hace un tiempo atrás tuve que ir a Tokio desde mi ciudad, Shiroi, en la prefectura de Chiba. Fui en moto, temprano por la mañana hasta la estación del tren y la dejé en el estacionamiento de un centro comercial cercano. De regreso por la noche, cuando me encaminaba a recogerla me percaté de que no tenía la llave. Busqué en mis bolsillos y nada. Supuse que se me habría caído en algún lugar. Pensé en llamar a mi esposa para que me trajera el duplicado, pero al llegar al lugar donde había dejado la moto, para mi sorpresa, vi la llave sobre el asiento. Seguramente en mi prisa por abordar el tren la dejé olvidada allí. Siendo un lugar tan concurrido cualquiera pudo haberse llevado la moto. Pero no fue así.


En la sociedad japonesa se da mucha importancia a la educación cívica desde los primeros años de edad, lo que influye en la sensación de seguridad que percibe el visitante cuando llega a Japón.

Me sentí muy contento por vivir en un país donde se inculca el dicho: “Si no es tuyo no lo tomes”. Y esto forma parte de la enseñanza de valores morales que reciben los niños en los hogares y que se refuerzan desde el jardín de infancia, valores como respeto, tolerancia, honestidad, responsabilidad, amabilidad, gratitud, humildad, solidaridad, autonomía y confianza.

En la sociedad japonesa se da mucha importancia a la educación cívica desde los primeros años de edad, lo que influye en la sensación de seguridad que percibe el visitante cuando llega a Japón. Transitar por la vía pública sin temor, aún siendo de noche, hace que haya un permanente estado de bienestar del que se disfruta.

Curiosamente, a diferencia de otros países, donde a las fuerzas del orden se les exige mayor presencia y actuación en contra de los grupos criminales, Japón basa su seguridad interna en los valores morales. La policía controla el delito mediante su prevención, investigación y represión; y por lo que se observa dedican la mayor parte de sus actividades al mantenimiento del orden social, más que a la persecución de delitos. En resumen, es la misma ciudadanía la que se protege a sí misma organizándose en grupos de voluntarios desde las escuelas hasta los barrios y conjuntos habitacionales. Un sistema de autoprotección muy eficiente que confía en la correcta aplicación de la justicia y de la acción policial.


Es cierto que no es un país perfecto pues aún hay muchas cosas por mejorar como por ejemplo la multiculturalidad, pero para quienes venimos de países donde la corrupción y la inseguridad ciudadana son temas de todos los días, Japón es un modelo a imitar. Sin embargo, en nuestro país no siempre fue así. Nuestros abuelos nos hablaron de épocas donde al igual que Japón, la honradez era la regla y no la excepción. Tal vez todo tiempo pasado fue mejor.

 

(*) Julio Peña. Colaborador. Director ejecutivo del Foro Reflexión Perú, capítulo Japón.

 


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