El dilema de una viuda en Japón que vive con sus suegros

Prefectura de Fukuoka (YouTube / Fukuoka City)

 

Su esposo murió el año pasado por una enfermedad. Hoy vive con su hija y los padres de su fallecido cónyuge.


Al enorme dolor de haber perdido prematuramente a su esposo, la mujer, una persona en la cuarentena que vive en la prefectura de Fukuoka, se suma la pesadilla que para ella implica vivir con sus suegros.

En una carta que dirige a Yomiuri Shimbun en busca de consejo, la japonesa apunta especialmente contra su suegra, a quien acusa de ser cruel -en palabras y hechos- con ella.

Cuando algo no le gusta, la suegra la insulta a gritos, dice la mujer.


Sus suegros tienen su propia habitación, pero dejan sus cosas en la sala y se quedan allí, lo que impide, por ejemplo, que la mujer pueda invitar a la casa a sus padres.

La convivencia con sus suegros no es reciente. Lleva diez años con ellos y los aguantó creyendo que llegaría el momento en el que solo convivirían los tres: su esposo, su hija y ella. Ese momento nunca llegó.

La mujer quiere romper toda relación con sus suegros y dejar la casa, pero…


“Mi esposo construyó la casa y me gustaría dejársela a mi única hija”, dice.

¿Qué hacer entonces?


“Son los padres de mi esposo y creo que debo cuidarlos en el futuro”, escribe la mujer. Sin embargo, por otro lado, no quiere tener nada que ver con ellos debido a “los años de experiencias horribles”.

“¿Es egoísta que no quiera vivir con ellos?”, se pregunta.

El profesor universitario Masahiro Yamada le contesta, a través de Yomiuri, que nadie la tacharía de egoísta considerando lo mal que se han portado sus suegros con ella.

“El problema es la casa”, dice.

La mujer revela que su esposo la construyó, pero no quién figura como su propietario.

Yamada explica que si la mujer y su hija son las herederas de la vivienda (“que es lo que comúnmente ocurre”) serían sus suegros quienes tendrían que dejarla.

Ahora bien, si le da pena dejarlos sin techo, entonces puede dejar que vivan en la casa gratis o pagando un alquiler barato.

Y si surgen disputas por la casa, puede recurrir a abogados o la mediación de un tribunal de familia.

En cualquier caso, “nunca esté a merced de sus suegros”, le aconseja, recordándole que apenas está en la mitad de su vida. Le queda mucho por delante. (International Press)

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