Este 11 de marzo se inicia el tercer año de la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2, y cuando el mundo intentaba recuperarse de la variante Omicron, que duplicó el número de infectados en los últimos tres meses, y pensábamos que por su carácter benévolo del COVID-19 finalmente veríamos este 2022 el fin de la pandemia, Rusia decidió unilateralmente invadir Ucrania el 24 de febrero, creando nuevamente las condiciones perfectas para que la pandemia tome fuerzas con esta guerra y vuelva posiblemente con otra variante del coronavirus, que esperemos no cause más muertes que las balas rusas.
LA GUERRA
La historia señala a la última gran pandemia por la gripe A H1N1, que se inició el 4 de marzo de 1918, conocida también como la “gripe española”, la peor de los últimos 100 años porque causó la muerte de 50 millones de personas en dos años.
Su inicio está ligado a otro gran conflicto, la Primera Guerra Mundial, cuando en un fuerte militar de Kansas se reportó a decenas de soldados muertos y cientos de enfermos, aunque los historiadores reportan que en ese momento todos los fuertes militares de EEUU ya tenían casos de infectados y muertos por la gripe, siendo probable que los brotes se iniciaran en el otoño de 1917.
Es a partir de ahí, con el envío en barcos de tropas infectadas hacia Europa, que la pandemia se disemina rápidamente en Francia, Reino Unido, Italia y luego por toda Europa, llegando rápidamente a Asia y el resto del mundo. Aunque informes científicos señalan que el virus era originario de China y sufrió una mutación al llegar a EEUU.
Nuevamente la historia se repite y la guerra actual se produce en medio de una pandemia por coronavirus que ya había sido dura con Ucrania causando 112.459 muertes y 5.040.518 infectados. En Rusia la pandemia también había causado estragos en estos dos años con 350.000 muertes y 16 millones de infectados por COVID-19.
UCRANIA: 34% DE VACUNADOS
Ahora, si tenemos en cuenta que en Ucrania solo un 34% de su población tiene vacunas (menos de la mitad del promedio europeo), y Rusia solo llega al 50%, con las tropas de ambos lados en condiciones infrahumanas y de hacinamiento, ucranianos escondidos en las ciudades, subterráneos y estaciones de metro, con el invierno en temperaturas por debajo de cero grados Celsius, falta de energía, escasez de alimentos, falta de agua potable, sin hospitales operativos que puedan dar algún tipo de atención médica, falta de medicamentos, sin más vacunas contra el coronavirus o antivirales, con dos millones de desplazados ucranianos a Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumanía, creando situaciones similares de hacinamiento en las fronteras, por todo ello es probable que la pandemia continúe y aparezca en esa región del mundo una nueva variante del coronavirus de características muy difíciles de predecir. Por lo visto hasta ahora cada nueva variante ha sido más infecciosa que la anterior.
Es difícil comprender como en pleno siglo XXI una nación democrática y soberana en Europa como Ucrania (la segunda en extensión geográfica) pueda ser invadida, atacada, destruida y su gente asesinada, por un megalomaníaco, psicópata como Putin, que se coloca en la historia al nivel de Hitler. Ojalá que esto no sea el preludio de una Tercera Guerra Mundial.
El COVID-19 ya lleva un total de 447.646.610 infectados, 6.006.697 muertes, con 10.607.506.935 dosis de vacunas administradas en 222 países y territorios del mundo, según datos del Centro de Sistemas, Ciencia e Ingeniería de la Universidad John Hopkins.
(*) Dr. Raúl Ortega, M.D., Ph.D. OB/GYN, Medicina Reproductiva radicado en Japón. Es columnista de International Press desde 1994. Escríbale al e-mail: inkamed@yahoo.com