«En el trabajo y en la casa, he llegado a un punto muerto», confiesa Ryuichi Honma, un hombre de 35 años, casado y con dos hijas pequeñas.
El japonés, que se identifica a través de un seudónimo, lleva casado cinco años en un matrimonio que comenzó a venirse abajo después del nacimiento de su segunda hija.
La pareja vive en permanente tensión por las estrecheces financieras. Honma trabaja a tiempo parcial en el sector inmobiliario. Gana 4 millones de yenes (35.200 dólares) al año, sin derecho a beneficios como las bonificaciones. Su esposa también trabaja a medio tiempo, pero ahora está de baja por maternidad.
El japonés aguarda una promoción que le permita convertirse en trabajador regular a tiempo completo, y así ganar más.
Las tareas domésticas son fuente de tensión en la pareja. Él entiende las demandas de su cónyuge para que se involucre más en las labores de casa, pero el japonés cree que debe entregarse por completo a su empleo para lograr la anhelada promoción a trabajador a tiempo completo, aumentar sus ingresos y, de ese modo, debilitar las tensiones que afectan su matrimonio… Un círculo vicioso.
Si bien el divorcio se ha cruzado en su cabeza, lo descarta por sus hijas. Divorciarse acarrearía alejarse de ellas y no quiere eso, nunca lo haría. Con esperanza (o resignación), piensa que quizá a medida que sus hijas crezcan, su matrimonio mejorará.
Kazuo Kishima lleva casado 25 de sus 49 años. Tienes tres hijos. Los dos mayores ya dejaron el nido, mientras que el más chico tiene 14 años.
El matrimonio del japonés no es un infierno de peleas, ni mucho menos, pero siente que su matrimonio está muerto, que una vez que su hijo menor se independice no tendrá ningún sentido permanecer con su esposa.
Sin embargo, hay otro motivo que los mantiene unidos: el dinero.
Kishima trabaja en una compañía de planificación de eventos y gana 4,8 millones de yenes (42.300 dólares) al año. Su esposa trabaja a tiempo parcial y gana 2 millones de yenes (17.600 dólares) al año, 2 millones indispensables para que el matrimonio pueda llegar a fin de mes.
Estos dos ejemplos revelan lo engañosas que pueden ser las cifras. En lo que va del 2021, la tasa de divorcios en Japón está cayendo con respecto al año anterior, lo que no significa necesariamente que los matrimonios estén mejorando.
Para la revista Spa!, que recoge las vivencias de los dos hombres, los matrimonios están «zombificados». Son relaciones muertas, de esposos que se aguantan con tristeza, amargura o resignación, porque el dinero no alcanza. (International Press)
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