Pachinko: orígenes en Japón, sus lazos con Corea del Norte y su posible futuro

El pachinko llegó a Japón con los inmigrantes coreanos en la primera mitad del siglo XX. Discriminados, para salir adelante los coreanos tuvieron que establecer sus propios negocios. Muchos eligieron los juegos como fuente de ingresos. La primera sala de pachinko se abrió en Nagoya en 1948.

En su apogeo en la década de 1990, había más de 300.000 personas trabajando en la industria de este juego.


Japón siempre ha sido muy estricto con los juegos de azar. ¿Cómo florecieron entonces los pachinkos? El sitio newsonjapan explica que estos operan en una zona gris desde el punto de vista legal. Técnicamente, un jugador de pachinko gana bolitas de plata. Estos pueden intercambiarse por premios o dinero en efectivo, pero no dentro de las salas de pachinko.

Cuando comenzó el juego, el canje se hacía en callejones. Ahora se hace en quioscos especiales ubicados cerca de las salas.

Las autoridades japonesas, según newsonjapan, se han hecho la vista gorda.


Se estima que hay alrededor de 10.000 salas y que unos 10 millones de japoneses son jugadores regulares.

Sin embargo, la industria no pasa por su mejor momento. En 2017, más de 400 establecimientos cerraron sus puertas. El juego ha quedado rezagado ante el avance de otras alternativas de entretenimiento (como los smartphones), perdiendo la preferencia del público joven.

Ahora bien, con la legalización de los casinos, ¿qué ocurrirá con los pachinkos?


En Japón deberán esperar al menos hasta el próximo año para que los casinos comiencen a funcionar. Mientras tanto, hay un vacío que los juegos en línea pueden llenar.

¿El futuro del pachinko podría estar en internet? Con pasillos atestados, ruidosos y llenos de humo, y una fuerte competencia por las máquinas, jugarlo en la comodidad de la casa sería una buena opción. Sin embargo, ese ambiente sórdido es parte de su atractivo para algunos.


Si el pachinko se hace fuerte en línea, los coreanos que controlan el juego podrían perder terreno o quedar fuera del mercado.

Muchos coreanos que emigraron a Japón mantuvieron vínculos con sus familias en sus tierras de origen; en un 30 % de los casos, Corea del Norte. En sus mejores épocas, los operadores de pachinkos enviaban cientos de millones de dólares al año a su país, montos significativos para una nación como Corea del Norte.

Con un pachinko en línea fuerte, en desmedro del juego físico, Japón podría detener el flujo de dinero a Corea del Norte. (International Press)

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