El mes pasado, un periódico de Kobe reportó el arresto de un hombre sexagenario que había derribado en la estación de Sannomiya a una chica que caminaba con la mirada puesta en su teléfono.
La joven se golpeó la cabeza y perdió temporalmente la conciencia. No fue un choque casual, sino un acto deliberado. Sin embargo, el hombre dijo que la culpa había sido de la chica por estar mirando su smartphone en vez de fijarse por dónde caminaba.
Después se supo que el hombre había cometido agresiones similares en la misma estación.
¿Un caso aislado? Parece que no. El sitio SoraNews24 reseña ataques del mismo tipo en otras partes de Japón.
Por ejemplo, una mujer que reside en la región de Hokuriku fue derribada en una estación en Tokio, adonde había viajado por negocios, mientras chequeaba un mapa en su teléfono. La pasajera cayó al piso y el hombre siguió caminando como si nada hubiera ocurrido.
Y eso que para ver el mapa la mujer se había apartado un poco de la multitud para no interferir en el camino de nadie.
Por su parte, una estudiante en Tokio cuenta que estaba esperando a unas amigas cuando un hombre mayor se dirigió directamente hacia ella y la tumbó. Sus amigas fueron testigos del ataque y comenzaron a gritarle al sujeto, que huyó perdiéndose entre la multitud.
¿Son las mujeres las únicas víctimas? No. Un hombre fue “atropellado” por otro sujeto que, como en el caso anterior, siguió caminando como si nada hubiera ocurrido o el choque hubiera sido casual.
El hombre cree que fue “elegido” por ser delgado y no aparentar ser el tipo de gente que responde a las agresiones.
Este detalle es clave, pues hay quienes sostienen que los atacantes no arremeten al azar, sino que buscan personas en apariencia vulnerables o débiles.
Aunque por lo general embisten a chicas solas, evitan a aquellas que se visten con ropa de colores brillantes o llamativos, característica que podría indicar que se trata de mujeres más propensas a reaccionar ante una agresión. (International Press)
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