Natalia Kidd / EFE
El «kaizen», el exitoso y peculiar modelo de gestión empresarial de Japón, abre surcos en Argentina, donde es creciente el interés por adoptar este método para incrementar la competitividad de la economía, a la par de una renovada relación bilateral.
Algunas de las claves de este paradigma de administración empresarial fueron el eje de la jornada de «Management Japonés», organizada en Buenos Aires por la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) y la Universidad Caece, la Embajada de Japón y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA, por su sigla en inglés).
«Kaizen», que puede traducirse como «mejora continua», nació en la década de 1950 en un Japón de posguerra en grave crisis económica, de la que se levantó gracias a una nueva cultura de gestión, labrada en sus inicios con la ayuda de expertos estadounidenses, pero consolidada luego con un perfil propio nipón y que, en las últimas décadas, ha ganado terreno en los países occidentales.
Clasificación, orden, limpieza, estandarización y mantenimiento de la disciplina son cinco pilares de este modelo que, según los japoneses, impulsaron un cambio radical en su economía y pueden también marcar la diferencia en otros países.
En los últimos 50 años, mientras el sector industrial argentino no ha entrado en un proceso de expansión significativo, el japonés ha experimentado un desarrollo muy rápido.
«Es el poder del kaizen. Por eso es muy importante el kaizen para desarrollar a Argentina», afirmó en la jornada Go Shimada, profesor asociado de la universidad japonesa de Shizuoka.
El académico explicó que el modelo busca aumentar la competitividad a través de mejoras continuas en la productividad y la calidad, algo que se logra de modo «gradual» pero que produce un «impacto duradero».
Según indicó Naoto Mukai, de JICA, «kaizen» ha sido exportado con éxito a otras regiones y no solo es aplicable a la industria, sino también al sector de servicios, en ámbitos públicos y privados y hasta en organismos internacionales.
En Argentina, el modelo es puesto en práctica por multinacionales japonesas como la automotriz Toyota, donde el compromiso de los trabajadores con los objetivos es fundamental para los resultados.
Diego Prado, director de Toyota Argentina, contó que, por ejemplo, se estimula que los empleados hagan sugerencias para mejorar los procesos y estos incluso no tienen temor de proponer un cambio que suponga la eliminación del propio puesto de trabajo porque confían en que la empresa los mudará de función pero no los despedirá.
Hideki Kamiyama, presidente de Honda Motor Argentina, también dio un ejemplo concreto de cómo funciona «kaizen»: un operario de la línea de producción de motos sugirió, para tener mayor comodidad, cambiar levemente el ángulo del sistema de pintura. Resultado: se redujo el consumo de pintura un 30 % y un 33 % el tiempo del proceso.
«Argentina está a años luz de Japón», admitió Jorge Luis Di Fiori, presidente de la CAC, entusiasmado con la idea de que «kaizen» gane terreno en el país suramericano y logre incrementar la productividad, «algo que el actual Gobierno argentino ha marcado como prioritario».
El modelo de gestión nipón sonó con fuerza cuando, en su visita oficial a Buenos Aires en noviembre pasado para relanzar las relaciones bilaterales, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, anunció que su país apoyará la implementación de «kaizen» en Argentina.
Noriteru Fukushima, embajador de Japón en Buenos Aires, explicó que este compromiso se plasmará en un proyecto de cinco años por el que JICA, junto al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI, dependiente del Ministerio de Producción de Argentina), transferirá el modelo «kaizen» a un centenar de pymes argentinas.
A la par que la cultura japonesa de hacer negocios se abre caminos en Argentina -donde hay 70 empresas de ese origen operando, 20 de las cuales desembarcaron en el último año-, el objetivo es que también las empresas argentinas adopten -y adapten- este modelo.
«Este es uno de los proyectos más importantes que tenemos, por lo que supone mejorar la productividad y por lo que implica para las relaciones estratégicas con Japón», destacó Sergio Drucaroff, subsecretario de Gestión Productiva de Argentina.
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