Homeless en Japón: tienen trabajo, pero duermen en cafés internet

 

Sueñan con tener casa, familia y futuro


Trabajador

Tiene cuarenta y tantos años y viste un traje. A primera vista, parece un oficinista más de los millones que hay en Tokio. Sin embargo, es un homeless, una persona sin techo. Desde hace seis meses, pasa las noches en un café internet. No tiene casa, familia que lo apoye, nada.


Todos los días, poco después de las 7 de la mañana, sale del cibercafé para dirigirse a la estación más cercana donde toma un tren que lo lleva a su trabajo. Antes, deja todas sus pertenencias en un casillero.

El hombre tiene un trabajo a medio tiempo en una empresa de gestión de datos y gana 160.000 yenes (1.580 dólares) al mes. Paga 1.800 yenes (17,7 dólares) por ocupar un cubículo en el cibercafé durante 12 horas.

Su jefe no sabe qué no tiene casa. Ha dado como dirección la vivienda de su anterior trabajo.


Pese a que gana poco no está descontento con su empleo. “Mi trabajo me parece gratificante”, le dice a Yomiuri Shimbun. Sin embargo, como oculta por pudor que no tiene casa, a veces se considera a sí mismo como un “closet homeless”.

Estudió en la Universidad de Waseda, una de las mejores del país, tras graduarse en una prestigiosa escuela preparatoria en Kyushu. Sin embargo, su vida comenzó a naufragar cuando abandonó la universidad para trabajar a tiempo parcial.


Mientras trabajó en una fábrica de piezas de máquinas tuvo techo. Cuando expiró su contrato, vivió un tiempo con un amigo. De ahí literalmente a la calle.

¿Sus padres? Su mamá está muerta y su papá apenas puede sobrevivir con la pensión que recibe.

Intentó acogerse a un subsidio de alquiler que otorga el gobierno hasta por un máximo de nueve meses, pero no logró que su padre fuera reconocido como garante para alquilar un apartamento. Lo rechazaron seis veces.

El hombre sueña con una vida sencilla, nada de lujos, solo una vida como la que tienen millones de sus compatriotas (y de gente en todo el mundo). “Quiero vivir en una casa común y tener mi propia familia”, le confiesa a Yomiuri.

Su caso no es único. En el cibercafé hay hombres y mujeres, vestidos como oficinistas, que todas las mañanas salen aparentemente rumbo a sus trabajos. Nunca se saludan (¿por vergüenza?).

A fines de 2008, mucha gente que perdió sus empleos por la crisis financiera mundial se congregó en un parque en Tokio y estableció una comunidad de personas sin hogar para “recibir” el Año Nuevo. De las cerca de 500 personas que había, el 60 % tenía entre 20 y 49 años. La alta proporción de homeless jóvenes causó un fuerte impacto en la sociedad japonesa, “acostumbrada” a que la gente sin techo sean personas mayores que no pueden encontrar trabajo.

Un estudio realizado en 2010 reveló que más del 70 % de homeless menores de 40 años no tenía contacto con sus familias. Vivían a la intemperie o en sitios (restaurantes o cafés internet) abiertos las 24 horas del día.

Tetsuzo Fukuzawa, autor de un libro sobre el tema, declara a Yomiuri que las empresas consideran a los jóvenes no como empleados a desarrollar, sino como “activos reemplazables”. Para Fukuzawa, es importante que estas personas recuperen sus vínculos con sus familias y la sociedad.

Una investigación llevada a cabo en 2007 por el gobierno central halló que 5.400 personas vivían en cafés internet. Es la última cifra oficial de la que se tiene noticia. En 2013, según estudios llevados a cabo por gobiernos locales, había 8.000 homeless en Japón, con una edad media de 59 años. (ipcdigital)

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