Japón debe fomentar la inmigración, pero aún no está preparado para recibir a millones de extranjeros

La economía japonesa necesita más trabajadores extranjeros, coinciden expertos

Japón necesita más extranjeros. Cada vez se escucha (y se discute) más sobre este asunto en el país asiático. La sociedad japonesa envejece rápidamente y su población disminuye de manera sostenida. Si esto no se revierte, la tercera economía del mundo pronto dejará de serlo y será relegada a las ligas menores, mientras China y otras potencias emergentes crecen.


En marzo pasado, Hidenori Sakanaka, exdirector de la Oficina Regional de Inmigración de Tokio, se  reunió con un grupo de personas que jamás imaginó que buscarían contactarse con él: gestores de activos de compañías de inversión globales.

¿Por qué buscaban a Sakanaka, que ahora dirige el Instituto de Política de Inmigración de Japón? Querían que les explicara las estrictas políticas de inmigración que aplica el país y su propuesta para flexibilizarlas con el objetivo de salvar a Japón de las graves consecuencias del rápido envejecimiento y la reducción de su población.

Asimismo, mostraron un gran interés por las declaraciones hechas en febrero por el primer ministro Shinzo Abe, quien manifestó que estaba considerando relajar las políticas de inmigración para permitir la entrada de más extranjeros, actores importantes para apuntalar el crecimiento del país a largo plazo.


«Si se acepta a (más) inmigrantes o no es un tema relevante para el futuro de nuestro país y la vida general de las personas», dijo el primer ministro.

“Los inversionistas globales no invierten en un país con una población laboral y de consumidores que se está reduciendo”, le explica Sakanaka a The Japan Times.

«Si la población laboral sigue cayendo, se reducirá el consumo y el país no será capaz de mantener el crecimiento económico. En pocas palabras, esto significa que el programa económico de Abe no tendrá éxito si no acepta a más inmigrantes», subraya el experto.


En abril, el gobernante nipón también se pronunció sobre el tema: «EE. UU. es un país de inmigrantes que llegaron de todas partes del mundo y lo formaron. Muchas personas han venido al país y han llegado a ser parte de él. Nosotros no adoptamos una política como esa”.

Sin embargo, Abe prefiere que se otorguen más visas de tres y cinco años de estadía a extranjeros antes que permitir que un número masivo de inmigrantes se establezca de manera permanente en Japón.


Sakanaka elogia las declaraciones del primer ministro, que representan un significativo cambio con respecto a la renuencia de las autoridades japonesas a aceptar a más trabajadores extranjeros. Sin embargo, reitera que si el primer ministro decide abrir las puertas del país solo a inmigrantes de corta estadía, en vez de autorizar el ingreso a inmigrantes de residencia permanente, su programa económico fracasará.

El pasado 12 de mayo, un grupo de especialistas convocados por el gobierno propuso la creación de seis regionales especiales en Japón con políticas de inmigración más laxas para incentivar el arribo de profesionales y personal doméstico del extranjero.

La aceptación de más extranjeros para trabajar en sectores con insuficiente mano de obra como el de construcción durante un cierto periodo de tiempo puede ser una solución a corto o mediano plazo, pero probablemente no resolverá el problema a largo plazo.

Junichi Goto, profesor de la Universidad de Keio y experto en temas de inmigración, está a favor de aceptar a más profesionales extranjeros, pero se opone a la entrada masiva de mano de obra barata.

Goto, entrevistado por The Japan Times, sostiene que los beneficios de aceptar a más extranjeros son mayores que sus desventajas.

«Si el pueblo japonés quiere aceptar a millones de trabajadores extranjeros, estaría bien. Pero no creo que esté listo aún para un cambio social tan grande”, añade.

El especialista considera que Japón debe, primero, promover la incorporación al mercado laboral de más mujeres y ancianos para compensar el declive de la población en edad productiva. A continuación, debe facilitar el ingreso de profesionales extranjeros al país.

De acuerdo con una encuesta hecha por Yomiuri en abril, pese a que el 74 % de japoneses cree que el declive de la población afectará a la economía, el 54 % se opone al arribo de más extranjeros, idea solo apoyada por el 37 %.

En el gobernante Partido Liberal Demócrata hay resistencia a abrir las puertas a los inmigrantes extranjeros. Sin embargo, de acuerdo con un alto funcionario cercano a Abe, la renuencia sería menor si los extranjeros llegaran a Japón para cubrir la escasez de personal en sectores como el de cuidados de niños o ancianos.

Se estima que para 2060, el 40 % de la población japonesa tendrá 65 años o más, y que para 2040 el número de mujeres de mujeres en edad reproductiva de casi la mitad de municipios japoneses se reducirá en más de 50 %, lo que los condenaría a la extinción.

Si la tasa de fertilidad no sube, se estima que para 2060 la población japonesa caerá a 87 millones de habitantes. Con mucha menos población y, por ende, menos consumo, la economía japonesa se contraerá y perderá su protagonismo en la comunidad internacional. (ipcdigital)

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