La pesadilla de 233 jóvenes muertos en una discoteca estremece a Brasil

Presidenta Rousseff consuela a los parientes de las víctimas de la tragedia (foto: Roberto Stuckert Filho/ Presidencia de Brasil)

Presidenta Rousseff declara tres días de duelo nacional


Presidenta Rousseff consuela a los parientes de las víctimas de la tragedia (foto: Roberto Stuckert Filho/ Presidencia de Brasil)

Manuel Pérez Bella / EFE

Brasil se despertó el domingo con una pesadilla por la muerte de 233 personas, en su mayoría jóvenes universitarios, en un incendio que arrasó esta madrugada la discoteca Kiss de la ciudad de Santa María, la peor tragedia de este tipo en el país en más de medio siglo.

La tragedia, que dejó además 106 heridos, ha sumido en el dolor y el llanto a esta ciudad situada en el corazón del estado brasileño de Río Grande do Sul y donde familiares de las víctimas hacían fila esta noche en un centro deportivo improvisado como tanatorio para tratar de identificar a sus hijos, hermanos o amigos.


Según los relatos de los supervivientes, el incendio se desató hacia las 2.30 hora local, cuando un integrante de la banda Gurizada Fandangueira, que se presentaba en el escenario, encendió un artefacto pirotécnico conocido como «Lluvia de plata», cuyas chispas alcanzaron la espuma utilizada como aislante acústico en el techo del establecimiento.

A partir de ese momento, el pánico y el caos se apoderaron de los centenares de personas que se habían dado cita en el establecimiento la noche del sábado y cuyo número no ha podido ser precisado por las autoridades.

Entre las víctimas hay numerosos estudiantes de las facultades de agronomía, veterinaria, tecnología de alimentos, zootecnia, tecnología en agronegocio y pedagogía de la Universidad Federal de Santa María (UFSM) que celebraban una fiesta de integración.


Esa circunstancia ha teñido de luto a la comunidad universitaria del país y en especial a la de Santa María, una ciudad de 261.000 habitantes conocida por ser un polo educativo, como quiera que más del 10 por ciento de sus pobladores son estudiantes de la UFSM y de otras siete instituciones superiores.

De momento, el único extranjero confirmado entre las víctimas fatales es el paraguayo Guido Ramón Britez Burro, de 21 años, estudiante de zootecnia en la UFSM.


Sin reponerse todavía del impacto inicial, las autoridades han comenzado las investigaciones de las causas del desastre, pero todo apunta a la versión de los supervivientes, de que un fuego pirotécnico desencadenó la conflagración.

«No debería haber show pirotécnico» en un espacio cerrado, dijo el coronel Adriano Krukoski, del cuerpo de bomberos de Porto Alegre, que se trasladó hasta la zona del desastre.

Aparte de la imprudencia de los artistas, fallas en las condiciones de seguridad del lugar y un posible aforo mayor al permitido también están entre los factores que pueden haber agravado la tragedia.

La licencia municipal de funcionamiento de la discoteca estaba vencida desde agosto pasado, no había salidas de emergencia y los encargados de la seguridad, según algunas denuncias, llegaron a cerrar las puertas en un primer momento para evitar que, presa del pánico, el público se fuera sin pagar la cuenta.

«Los vigilantes trancaron la salida de las personas que estaban en el local y no permitieron que salieran rápidamente y eso generó pánico, un tumulto», dijo el comandante del Cuerpo de Bomberos de Río Grande do Sul, coronel Guido de Melo.

Los bomberos tardaron cerca de tres horas en apagar las llamas y cuando finalmente pudieron ingresar en el lugar se encontraron con una escena dantesca, de cadáveres amontonados a pocos metros de la puerta de salida.

De Melo agregó que muchos de los asistentes encontraron la muerte por inhalación de humo o pisoteados, versión que fue confirmada por supervivientes que vieron pilas de cadáveres en el callejón de salida.

«Vi las personas amontonadas y muertas cerca de la salida», manifestó De Melo a periodistas.

Supervivientes han relatado que en su afán por escapar del infierno en que se convirtió la discoteca, se formó una estampida que hizo que muchos tropezaran y cayeran en medio de la oscuridad y de la densa humareda que cubría el local.

Una catástrofe de esa magnitud por un incendio no se registraba en Brasil desde el 17 de diciembre de 1961, cuando el Gran Circo Americano fue arrasado por el fuego durante una función en la ciudad de Niteroi, vecina de Río de Janeiro, con el saldo trágico de 503 muertos, según datos extraoficiales.

La conmoción llevó a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a abandonar la cumbre de la Celac-UE, que se celebraba en Santiago de Chile, para dirigirse a Santa María, donde visitó el hospital de la Caridade, uno de los que más heridos recibió, y el Centro Deportivo Municipal, improvisado como depósito de cadáveres.

Rousseff declaró tres días de duelo nacional y puso a disposición de las autoridades locales toda la ayuda que sea necesaria para atender a los heridos y a los familiares de todos los golpeados por esta tragedia.


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