Japón regresó a sus raíces políticas con el reto de reflotar la economía

Culmina el año con el retorno al poder del partido que lo gobernó durante más de medio siglo


El conflicto con China será uno de los mayores desafíos del gobierno de Abe

Maribel Izcue / EFE

El conservador Partido Liberal Demócrata reconquistó el poder en Japón en un 2012 marcado por la debilidad de la economía, la lenta recuperación tras el accidente nuclear de Fukushima y una disputa territorial con China que puso al rojo vivo las relaciones entre ambos gigantes.

Las elecciones generales anticipadas celebradas en diciembre hundieron al gobernante Partido Democrático (PD) del primer ministro Yoshihiko Noda y dieron una arrolladora victoria al Partido Liberal Demócrata (PLD), que con mayoría absoluta retomó el poder que había perdido en los comicios de 2009.


La formación, liderada actualmente por el ex primer ministro Shinzo Abe, llevó las riendas del país durante más de medio siglo de forma casi ininterrumpida (desde 1955) y modeló su sistema de crecimiento, pero ahora encara el reto de reflotar una economía estancada que ha acusado la crisis global.

De hecho, el año empezó para Japón con el mayor déficit por cuenta corriente de su historia, registrado en enero, y aunque posteriormente la balanza volvió a ser positiva, las cifras se vieron resentidas por el impacto de la crisis europea y la fortaleza del yen.

Estos dos factores golpearon en 2012 la demanda interna y las exportaciones, los dos motores que hicieron de Japón una potencia económica, y dejaron de nuevo al país bajo la sombra de la recesión.


La economía es el gran caballo de batalla de Shinzo Abe, que ya gobernó Japón durante casi un año entre 2006 y 2007 y que ha llegado a decir que el primer ministro Yoshihiko Noda, que sufrió en diciembre un contundente varapalo electoral, deja un país hundido en un barranco.

Y ello pese a que Noda logró aprobar en verano una importante reforma fiscal -largamente solicitada por organismos como el Fondo Monetario Internacional- que, con el objetivo de sanear las cuentas, supondrá la primera subida del IVA en Japón en 15 años, algo que sin embargo le costó la convocatoria de elecciones anticipadas.


A lastrar la economía nipona en 2012 también contribuyó el peso de la millonaria reconstrucción tras el devastador tsunami de 2011 y la parada de prácticamente todos los reactores nucleares de Japón, después de que el accidente en Fukushima cuestionara los parámetros de seguridad de este tipo de energía.

Por primera vez en 42 años, el archipiélago llegó a estar bajo un apagón nuclear total durante algo más de un mes, entre mayo y junio, hasta que la demanda eléctrica obligó a reactivar antes de verano dos reactores del centro del país.

Esas dos unidades fueron durante el resto del año la única fuente de energía atómica de un Japón en pleno debate sobre el futuro de las centrales, que el Gobierno de Noda se comprometió a eliminar para la década de 2030.

La victoria de Abe en diciembre, sin embargo, dejó en el aire ese objetivo, ya que su difusa política energética pasa por «estudiar» en un plazo de tres años cuál será el destino de las plantas nucleares del país, que antes del accidente de Fukushima suministraban casi un tercio de la electricidad de la nación.

Al coste de la situación nuclear y la crisis europea se unió este año el revés que supuso para las empresas niponas un caldeado conflicto territorial con China, su primer socio comercial, que mermó en los últimos meses del año las ventas japonesas en ese país.

Las relaciones entre los dos vecinos asiáticos entraron en ebullición en septiembre, cuando Japón adquirió el terreno de tres islas del conflictivo archipiélago de las Senkaku/Diaoyu, bajo control nipón pero también reclamadas por Pekín.

Esa nacionalización provocó el enfado del Gobierno chino y una ola de protestas, en algunos casos violentas, en varias ciudades de ese país, mientras se cancelaban las celebraciones por el 40 aniversario de la normalización de los lazos diplomáticos bilaterales.

El futuro de las tirantes relaciones está ahora en buena parte en manos de Shinzo Abe, que ha insistido en que la soberanía de estas islas «no es negociable» pero ha reconocido, al mismo tiempo, la importancia crucial que China tiene para Japón.

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