Disputa con China y alianza con EEUU, temas clave de la política exterior japonesa de cara a las elecciones

Favorito Abe apuesta por un endurecimiento con Pekín y fortalecimiento de lazos con Washington


Maribel Izcue / EFE

El futuro de los lazos con China, el papel nipón en Asia-Pacífico y la alianza con Estados Unidos se perfilan como protagonistas de la política exterior del próximo líder de Japón, en un momento marcado por las disputas territoriales con Pekín y Seúl.


El resultado que salga de las urnas el 16 de diciembre marcará el tono de las cruciales relaciones entre Japón y China, tercera y segunda economía mundial, que atraviesan su momento más agrio en años por la disputa en torno al pequeño y deshabitado archipiélago de las Senkaku/Diaoyu.

Aunque las reclamaciones sobre la soberanía de este territorio comenzaron hace más de cuatro décadas, el conflicto entró en ebullición el pasado septiembre, cuando el Gobierno de Yoshihiko Noda adquirió al terreno de tres de esas islas y desató las iras de Pekín.

Fue el mayor golpe a las relaciones entre los dos gigantes asiáticos en años y, aunque tres meses después ya no ocupa portadas, la tensión bilateral sigue latente, con patrulleras chinas y japonesas que navegan a diario las conflictivas aguas.


Con la vista en China, principal socio comercial de Japón, el Partido Demócrata (PD) de Noda huye de las provocaciones y la línea dura y aboga por mantener lo que llama la diplomacia de «cabeza fría, estrategia y realismo» para proteger la seguridad nacional.

Menos prudente, al menos en lo retórico, es Shinzo Abe, del opositor Partido Liberal Demócrata (PLD), que según las encuestas tiene todas las papeletas para imponerse en los comicios y ya ha dejado ver que llevará a cabo una política exterior de tono más contundente.


Sin medias tintas, el candidato del conservador PLD afirmó recientemente que el actual Gobierno ha sufrido una «derrota diplomática» en las Senkaku/Diaoyu, y aseguró que si retoma el poder habrá «un control efectivo las 24 horas» sobre las islas, en las que incluso se plantearía construir un puerto.

Ello augura una escalada de la tensión con China, aunque los analistas no descartan que este «halcón» de seguridad modere su discurso una vez en el poder y eche mano del pragmatismo a la hora de plantear las relaciones con el gigante asiático, tal y como hizo cuando fue primer ministro entre 2006 y 2007.

En aquella ocasión, Abe logró relajar la situación con Pekín y abrir un periodo de deshielo tras los desplantes de su predecesor, Junichiro Koizumi, un nacionalista que visitó varias veces un santuario que honra a militares caídos que China y Corea del Sur consideran criminales de guerra.

Parece probable que, en caso de victoria de Abe, Japón endurecería su postura en los conflictos territoriales que mantiene también con otros vecinos, como Corea del Sur, con el que se disputa las islas Takeshima/Dokdo.

Los tira y afloja por la soberanía de islotes han dejado en segunda línea de la campaña al que en 2009 fuera uno de los grandes temas electorales, las relaciones con Washington, fundamentales para Tokio como contrapeso al poderío chino.

El PD llegó al poder en 2009 proclamando una menor dependencia de EEUU, pero una vez en el Gobierno moderó su postura e incumplió la promesa electoral de sacar una polémica base estadounidense fuera de Okinawa, algo que el entonces primer ministro, Yukio Hatoyama, pagó con su dimisión.

Durante los últimos tres años de Gobierno del PD la alianza con EEUU se ha mantenido firme pero de una forma discreta y sin alardes, mientras que Abe se muestra partidario de ir un paso más allá y reforzarla abiertamente.

Para Shinzo Abe, que considera la diplomacia del Gobierno de Noda «poco profunda», la clave es combinar contundencia y sutileza nipona para dar a Japón un nuevo peso en el mapa de poder de Asia-Pacífico, en un momento de cambio de liderazgo en China e interés de EEUU por la región, una zona geoestratégica que considera «de máxima prioridad».

La solidez diplomática que busca Abe iría respaldada, de ganar las elecciones, de un probable fortalecimiento de las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército), a las que el exmandatario quiere dar más presupuesto y más competencias «para proteger mejor las aguas y el territorio de Japón». (EFE)

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