Por Jorge Barraza*
Los 11 mejores de la historia. Esa ha sido -y será- una bella obsesión periodística: definir cuáles son a través de 50 ó 60 años los mejores de cada puesto y armar el equipo ideal. También a los hinchas del mundo entero les apasiona el ejercicio de armar su propia selección de todos los tiempos. ¿Quién no la imaginado? Johan Cruyff, el más extraordinario conductor de equipo que este cronista haya visto, presentó el jueves su libro “Fútbol, mi filosofía”. En él incluyó sus once preferidos. Y, sin pretenderlo, volvió a encender la mecha de la eterna discusión.
Cruyff es una biblia futbolera, de modo que viniendo de él es una elección irreprochable. A algunos los vio como simple aficionado (el caso de Di Stéfano, de quien siempre dijo era su ídolo y modelo de jugador), a otros los enfrentó (Pelé, Beckenbauer, Carlos Alberto), con algunos más fue compañero (Krol, Keizer). Su equipo es Yashin (Rusia) en el arco; una línea de tres con Carlos Alberto (Brasil), Beckenbauer (Alemania) y Ruud Krol (Holanda); Di Stéfano (Argentina), Pep Guardiola (España), Bobby Charlton (Inglaterra) y Piet Keizer (Holanda) en la media, y Garrincha (Brasil), Pelé (Brasil) y Maradona (Argentina) en una delantera matadora.
El gran público queda perplejo con Keizer, considerado un magnífico delantero, pero lo incluye en reconocimiento a quien fuera su gran compinche en el Ajax y en la Selección, se entendían sin mirarse, confiesa. Krol puede sorprender (salvo algunos próceres todo nombre es materia discutible), sin embargo es inobjetable: fue un zaguero excepcional, todo clase y técnica, un Elías Figueroa holandés, acaso con menos potencia de aire pero aún con mayor elegancia que el chileno.
La inclusión de Guardiola es más establecer una afinidad, una ideología futbolística que una ponderación a su juego. Hubo, sin duda, otros mejores que Pep. Pero es lo que le gustó a Cruyff y lo respetamos de manera sacrosanta. Antes de acometer nuestro propio “11 de la historia”, una mención a Bobby Charlton, el mejor jugador inglés de la historia, y acaso el menos inglés, un volante ofensivo pensante, de fabulosa dinámica y velocidad, con formidable técnica y un remate lineal y preciso. Sin duda, el más moderno de todos los futbolistas de antes.
¿Cuáles son nuestros once…? Es muy hereje elegir once. ¡Hubo tantos…! Al menos habría que enunciar 22, lo que sería un equipo de monstruos frente a otro de fenómenos. En nuestros favoritos de siempre hay dos figuras nuevas, porque como la vida, el fútbol genera cambios. Los dos que entran son el extraordinario Iker Casillas, a base de rendimiento puro más que de estilo, y Lionel Messi, ubicado ya entre los próceres intocables como Maradona, Pelé o Beckenbauer.
Entonces Casillas; una línea de tres con Baresi (Italia), Beckenbauer y Paul Breitner (Alemania); Dos medios al centro: Cruyff y Falcao (Brasil); otros dos de generación de juego: Messi y Maradona, y un trío mortal arriba: Garrincha, Gerd Müller y Pelé.
Los fundamentos son sencillos. Mencionaremos apenas algún aspecto de cada uno sin valorar títulos, que todos tienen a raudales. Si la función esencial del arquero es evitar goles, no hubo nunca uno mejor que Casillas. Optamos por línea de tres porque antes de poner un lateral derecho (hubo muy buenos, no geniales) preferimos agregar un talento a la mediacancha. Beckenbauer es la máxima expresión de refinamiento y eficiencia defensiva. Jamás igualado. Baresi el cerrojo, la calidad, la fibra combativa, el tiempista perfecto. Como lateral izquierdo Breitner, el más feroz defensor, la personalidad más arrolladora. “Fumaba como una chimenea, jugaba al póquer, bebía como un cosaco, pero al día siguiente, mientras los otros se arrastraban como cadáveres ambulantes, él funcionaba como un aparato de relojería, tenía una vitalidad y una personalidad increíbles”, reveló Toni Schumacher en su libro Tarjeta roja sobre Breitner.
Falcao es, simplemente, el mejor centrojás desde la invención del juego. La elegancia de Beckenbauer con gol. Cruyff, está dicho, organizador estrepitoso. Y con gol. Messi es el volante ofensivo más goleador de la historia. Maradona, bueno… la habilidad suprema. Garrincha la fantasía unida a la potencia. Muller, el mayor cañonero de área, una fiera indomable, despiadado casi. Y Pelé la potencia, el gol, la técnica.
En el banco de suplentes nos quedaron Xavi (España), Elías Figueroa (Chile), Roberto Carlos (Brasil), el mismo Bobby Charlton, Paolo Maldini. Luego se agolpa una cantidad de supercracks que, aún siéndolo, no alcanzan el nivel de aquellos: Zidane, Zico, Ronaldo, Ronaldinho, Romario, Tostao, Gerson, Passarella, Kempes, Fillol, Van Basten… Acá ya entra a jugar el gusto de cada uno.
No mencionamos a Di Stéfano por no pertenecer a su época, aunque también está en el Olimpo de los dioses. Y una figura que, a modo personal del periodista, podría haber descollado incluso entre todos los antedichos, es Ricardo Bochini, la máxima inteligencia estratégica que este cronista haya disfrutado en una cancha, genio absoluto al que hasta Maradona trató siempre con el apelativo de Maestro. Pero nunca salió de la Argentina y entonces aparece como descabellado. Nada que ver.
El ejercicio de la evocación es maravilloso. Y comparar es apasionante, aviva el fuego del análisis, enseña.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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