Por estas horas, una espesa y casi insólita capa de nieve cubre los estadios de buena parte de Europa. El motivo: la cruenta ola polar que ha llevado a suspender muchos partidos. No obstante, en unos días volverá la normalidad. La que preocupa (allá) es otra manta, que tapa de deudas a decenas de clubes del Viejo Mundo: la crisis económica. Esa no se quitará tan fácilmente. Ni en pleno verano.
El viernes, España despertó con una noticia como para alarmar al más acomodado: la tasa de desempleo alcanzó la dramática cifra de 22,9%. Y entregó una estadística que suena todavía más pavorosa: se pierden 9.000 empleos por día en la patria de Cervantes.
De Italia, España, Grecia, Irlanda, Portugal, Hungría, Eslovaquia, Rumania, llegan las novedades más inquietantes sobre la crisis (¿o el derrumbe…?). Pero el problema afecta a todo el continente, incluso a países como Francia e Inglaterra (un despacho dice que la última moda es el robo en escala de estatuas, placas de bronce, lápidas de cementerio, tapas de alcantarillas, cables telefónicos, todo metal de valor; ¡en Inglaterra…!) Alemania, dicen, es la locomotora que avanza y aún arrastra a todos los demás vagones. Sin embargo, el ex primer ministro británico Gordon Brown, en un inquietante informe sobre la situación europea, dice que los bancos alemanes deben 32 euros por cada uno que tienen en efectivo.
El fútbol no es inmune a tal descalabro. Algunos clubes griegos, que en pleno festival de despilfarro, mientras el país iba camino a la bancarrota compraban jugadores a mansalva (hace tres años actuaban 63 futbolistas argentinos allí) se ven en serias dificultades para pagar sueldos.
En Italia, donde hasta no hace mucho las tribunas rebosaban, hoy aparecen enormes claros. La gente no tiene los 40 ó 60 euros para pagar la entrada. El domingo en el juego Chievo-Lazio, en Verona, se veían minúsculos puñaditos de espectadores. Las transferencias fantásticas que antes concretaban Juventus, Inter, Milan, se invirtieron: ahora son vendedores. Inter se desprendió del camerunés Eto’o, que fue al ignoto Anzhi FC de Rusia. Milan ya había dejado ir a su joya brasileña Kaká al Real Madrid. Ante una buena oferta, los clubes italianos no dudan un instante, venden. Y a la mayoría de los refuerzos los llevan a préstamo. Es la tendencia dominante en Europa: los préstamos.
Los clubes españoles deben, en conjunto, 4.000 millones de euros (de ellos, cerca de mil corresponden al Barcelona y Real Madrid). ¡El Zaragoza debe 134 millones de euros…! La Liga afrontó una huelga de futbolistas en su inicio por los sueldos impagos. Seis clubes hispanos (entre ellos el tradicional Sevilla) no consiguieron publicidad para sus camisetas y, como en Italia, muchas tribunas se ven semivacías. Varios clubes ya han comenzado a negociar con su plantel una reducción importante de los contratos.
Veintidós clubes españoles están en situación concursal, y ya se habla de la “burbuja del fútbol”, como de la burbuja inmobiliaria, cuya explosión causó un auténtico desastre en España.
Igual que la venta de entradas, también el márketing se achicó y la televisión comienza a bajar su oferta por los derechos. La retracción es general.
La excepción europea la constituyen Manchester City en Inglaterra, la Roma en Italia, el Málaga en España, el París Saint Germain en Francia, que fueron adquiridos por jeques árabes, los cuales inyectan sumas millonarias, aunque no representan la realidad del fútbol de esos países.
La crisis económica europea, parece, llegó para quedarse. Y ello puede generar nuevas tendencias futbolísticas. Para empezar, los clubes sudamericanos que se sostenían con la venta de jugadores, ya no pueden contar con esa variante. Por primera vez en décadas, se cerró el mercado de invierno en Europa y no se fue ningún jugador argentino, algo inimaginable hasta un año atrás. Los jugadores ahora no cruzan el océano por doble motivo: 1) En economías fuertes como la brasileña, porque pueden pagarle salarios altísimos. 2) Porque no hay quien los contrate. Hoy son más los que vuelven que los que van.
Esto determinará que se enriquecerán las ligas sudamericanas. Colombia, con una economía en auge y los ingresos de la televisión en crecimiento, podrá retener a sus jugadores y volver a contratar argentinos o uruguayos de calidad, como hasta fines de los ’80. A la vez, mejoraría el juego de los equipos nacionales pues muchos más jugadores seleccionables se desempeñarían en sus países y eso facilitaría la tarea de los Pekerman, Tabárez, Markarián y compañía.
Ya se están cortando los amistosos para las selecciones en Europa. Jugar en España, Inglaterra, Alemania u Holanda, como hasta hace poco, frente a selecciones europeas, y además cobrar un buen cachet por la presentación, ya es inviable. “Nos piden que nos paguemos hasta los pasajes y el hotel. Y que luego dividamos la taquilla, así es imposible, los costos son enormes”, comentaba el dirigente peruano Javier Quintana. “Pero a su vez los técnicos reclaman jugar ante selecciones de primer nivel de Europa”, agrega. “Los amistosos entre selecciones tienden a desaparecer. O proliferarán partidos ante Panamá, Haití o Cuba”, apoya el presidente de la DIMAYOR colombiana, Ramón Jesurún.
El desplome europeo puede abrir nuevas posibilidades a Sudamérica de mejorar su competitividad. Pueden volver los ídolos que permanecen diez años en un club. Y hacerse fuerte la Libertadores, la Sudamericana. Pero es preciso mejorar la gestión de los clubes. Transparentarla y darle eficiencia. Con desmanejo nunca hay bonanza.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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