La pastelería Fujiya fue la primera en fabricar tortas navideñas en Japón. Su imagen más reconocida es Pecochan, la simpática muñeca que aún hoy recibe a los clientes en la entrada de sus establecimientos. El fundador de la empresa, Rinemon Fujii, pasó seis meses en Estados Unidos, donde conoció la cultura del café y el gusto por los dulces como símbolo de bienestar. A su regreso, en 1910, inauguró la pastelería pionera y lanzó ese mismo año la primera torta de Navidad en el archipiélago: un sencillo bizcocho cubierto de azúcar y decorado con pequeñas bolitas plateadas.
Fujii estudió recetas de pasteles y dulces de distintas partes del mundo y desarrolló creaciones propias. En una ocasión elaboró una torta cubierta con crema de varios colores, que obtuvo un gran éxito. También fue obra de Fujiya el que hoy es el pastel más popular de Japón: una torta blanca decorada con fresas rojas, conocida como shooto keeki (short cake). Según la compañía, este pastel, de origen extranjero, fue creado y adaptado al paladar japonés por primera vez durante la era Taisho (1912-1926), aunque existe también la versión de que fue inventado directamente en Japón por Fujiya.
LA SUERTE DE COMER UNA TORTA
Muchos japoneses que vivieron los años más duros de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra consideran que la comida más dulce es la mejor. Durante ese periodo, el país sufrió una grave escasez de alimentos y la distribución de azúcar y harina estaba estrictamente controlada por el Estado. Comer una torta era, para la mayoría, algo excepcional.
Los más afortunados fueron los huérfanos de guerra que vivían en la casa de St. Joseph. En 1946 celebraron por primera vez la Navidad y recibieron tortas y frutas como regalo de Papá Noel. “Nunca olvidaré el sabor tan dulce de aquella torta”, recordaría uno de aquellos niños.
Otro episodio similar ocurrió en 1949, en una escuela primaria de Tsurumi, en la ciudad de Yokohama, prefectura de Kanagawa. Una pastelería había elaborado 600 tortas navideñas para venderlas de forma clandestina, pero fue descubierta por la policía. Las autoridades confiscaron los dulces y los repartieron entre los escolares, que recibieron con enorme alegría un kurisumasu keeki que nunca antes habían probado.
Tras la guerra, la presencia de militares estadounidenses contribuyó a popularizar la celebración de la Navidad. En 1950 se levantó el control sobre el azúcar y la harina, lo que permitió producir tortas en grandes cantidades. Fujiya lanzó entonces numerosas tortas decoradas para estas fechas, que se vendían en grandes volúmenes. Muchos asalariados hacían largas filas frente a las pastelerías para regresar a casa con un kurisumasu keeki. El crecimiento demográfico no hizo sino aumentar la demanda.
LA ÉPOCA DE ORO DEL PAVO
Los japoneses, que tradicionalmente no tenían la costumbre de consumir carne, nunca lograron adaptarse al sabor del pavo. Por ello, a diferencia de otros países, esta ave no se consolidó como plato navideño, aunque se intentó introducir la costumbre.
Un episodio singular ocurrió en 1941, cuando los diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos en Japón tuvieron que celebrar una Navidad en plena guerra. El 8 de diciembre de ese año, el Ejército japonés declaró la guerra a Estados Unidos y bombardeó Hawai. Los norteamericanos quedaron confinados dentro de la legación diplomática y compartieron lo que sería su última Navidad en Japón hasta el final del conflicto, junto a los funcionarios japoneses que trabajaban allí.
Según el diario del embajador Joseph C. Grew, cada uno aportó la comida y bebida que tenía guardada para organizar una celebración modesta. “Unos amigos nos regalaron flores y tarjetas bonitas. La señora del vicecanciller japonés, Haruhiko Nishi, nos regaló dos pavos. De esta manera el señor Nishi mostró su amistad personal hacia mí. Fue muy emocionante”, escribió.
Tras el final de la guerra, el 15 de agosto de 1945, el general estadounidense Douglas MacArthur celebró la Navidad en Tokio con pavos traídos desde su país. Durante un tiempo, hoteles y restaurantes comenzaron a ofrecer este plato, y los nuevos millonarios disfrutaban de cenas navideñas al estilo norteamericano. Sin embargo, con la retirada gradual de las tropas estadounidenses, el consumo de pavo disminuyó, los precios subieron y, finalmente, la costumbre desapareció.

LA ERA DEL KENTUCKY
Con la desaparición del pavo, el pollo ocupó su lugar. Esta tradición fue el resultado de una intensa estrategia de Kentucky Fried Chicken Japan. La filial japonesa de la cadena estadounidense se fundó en 1970 y abrió su primer local en el centro comercial Diamond City, en Nagoya, prefectura de Aichi. El establecimiento, ubicado junto a un estacionamiento, permitía comprar sin bajar del automóvil, una novedad para la época.
Ni el pollo frito ni este estilo de venta eran comunes en Japón, por lo que los empleados debieron idear nuevas formas de atraer clientes. Inspirados en la tradición estadounidense del pavo navideño, lanzaron una propuesta sencilla: “Si no hay pavo, comamos pollo en Navidad”. Ese mismo año, los empleados se disfrazaron de Papá Noel e iniciaron la campaña.
El esfuerzo dio resultados. En 1974, la empresa lanzó su primera gran campaña publicitaria navideña. La imagen de familias y parejas celebrando la Navidad con pollo frito quedó grabada en la memoria de niños y jóvenes. En la década de 1980, comer pollo en Nochebuena ya era una costumbre plenamente arraigada en Japón. Hoy, Kentucky Fried Chicken es una de las principales cadenas de comida rápida del país y diciembre se ha convertido en su mes de mayores ventas. (International Press)
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