Japón: proponen duplicar la ventilación en dormitorios mejorar el sueño

Dormir bien no depende solo del colchón o la oscuridad. Hay duplicar la ventilación en los dormitorios.

Una nueva investigación liderada por la Universidad de Waseda propone un cambio radical en los estándares de ventilación doméstica: mantener el dióxido de carbono (CO2) por debajo de las 800 partes por millón (ppm) en los dormitorios para garantizar un sueño de calidad. El estudio, publicado en Science and Technology for the Built Environment, sugiere que alcanzar este nivel requeriría casi duplicar la ventilación exigida actualmente por las normativas.

Los investigadores, encabezados por Misujo Akimoto, Shinichi Tanabe y Powel Wargoki (Dinamarca), revisaron 17 estudios recientes realizados entre 2020 y 2024 que analizaban simultáneamente la calidad del aire y el descanso nocturno. En total, evaluaron 22 experimentos y hallaron un patrón claro: cuando el CO2 en el dormitorio se acerca o supera las 1000 ppm, la eficiencia y la profundidad del sueño disminuyen de forma significativa (P < 0.05).


Los expertos observaron que, a partir de ese umbral, caen dos indicadores esenciales del descanso: la eficiencia del sueño, que idealmente debe superar el 85%, y la proporción de sueño profundo, fase donde el cuerpo se repara y el cerebro consolida la memoria. Por ello, el equipo propone mantener un margen de seguridad y establecer 800 ppm como límite óptimo para el CO2 en dormitorios.

UN NUEVO ESTÁNDAR PARA EL DESCANSO

El cálculo técnico es contundente: una persona dormida emite alrededor de 11 litros de CO2 por hora, lo que exige un flujo de aire fresco de 8 litros por segundo por persona (8 L/s) para mantener la concentración por debajo de 800 ppm. Este nivel representa el doble de la ventilación recomendada actualmente en viviendas.


Para un dormitorio de 25 m³, una persona necesitaría una renovación total de aire por hora, y dos personas, casi dos renovaciones por hora, una cifra más propia de hospitales o laboratorios que de viviendas comunes.

La paradoja, destacan los científicos, es que aunque una persona dormida produce menos CO2 que una despierta, los dormitorios requieren una ventilación tan o más exigente que las oficinas. Esto se debe, por un lado, a que el nuevo objetivo de 800 ppm es más estricto que el de 1000 ppm usado en ambientes laborales, y por otro, a que los dormitorios suelen ser espacios pequeños con sistemas de ventilación menos potentes o dependientes de ventanas abiertas.

Además, las emisiones varían según el metabolismo: los niños generan alrededor de 10 L/h, los adultos mayores unos 9 L/h, y las personas con metabolismo alto pueden llegar hasta 15 L/h.


IMPLICACIONES Y DESAFÍOS

El estudio sugiere que mejorar la ventilación en dormitorios podría convertirse en una nueva frontera de la salud ambiental y del diseño arquitectónico. Tradicionalmente, las normas se centraban en evitar humedad y condensación; sin embargo, esta revisión vincula directamente el aire viciado con un sueño menos reparador.


Los investigadores recomiendan cautela, ya que las diferencias entre estudios introducen cierta incertidumbre y no siempre es posible aislar el CO2 de otros contaminantes del aire interior. Factores como la humedad o los compuestos orgánicos volátiles también pueden influir en la calidad del descanso.

El equipo de Waseda planea realizar nuevas mediciones en dormitorios reales y desarrollar sistemas que optimicen la ventilación sin incrementar de forma excesiva el consumo energético. El mensaje, no obstante, ya es claro: la calidad del aire que respiramos mientras dormimos es tan importante como el colchón o la oscuridad del  cuarto. (RI/International Press)


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