
La crisis del combustible en Bolivia se ha intensificado en los últimos días, generando largas filas en las estaciones de servicio y afectando gravemente la economía del país. La escasez se debe, según el gobierno de Luis Arce, a la falta de dólares para la importación de carburantes subsidiados, un problema que ha derivado en una crisis de abastecimiento con consecuencias económicas y sociales significativas.
Un estudio de la Defensoría del Pueblo realizado el 14 y 15 de marzo en 88 estaciones de servicio de 20 municipios reveló que el 66 % de las distribuidoras dejó de vender diésel y el 38 % suspendió la venta de gasolina. Además, el informe señala que en el 39 % de los surtidores las filas superaban los 100 vehículos, mientras que el 43 % de los conductores tuvo que esperar entre 11 y 24 horas para obtener combustible.
Ante la creciente desesperación de los ciudadanos, el gobierno ha anunciado la distribución de 46 millones de litros de diésel y 20 millones de litros de gasolina para tratar de regularizar la situación esta semana. Sin embargo, la incertidumbre persiste entre la población.
IMPACTO EN LA ECONOMÍA POPULAR
La crisis del combustible ha impactado directamente en los precios de productos básicos, agravando la ya difícil situación económica. En mercados populares, muchos puestos han cerrado debido a la reducción de clientes. Comerciantes han expresado su preocupación por el encarecimiento de productos esenciales como carne, arroz y aceite.
En los supermercados de la estatal Emapa, que ofrece productos subsidiados, se han registrado largas filas de personas en busca de alimentos a precios accesibles. La inflación acumulada en Bolivia cerró en 2023 con un 9,97 %, la más alta desde 2008, y hasta febrero de 2024 la cifra ya alcanzaba el 3,24 %.
MEDIDAS DE URGENCIA
El presidente Arce ha reconocido públicamente la crisis de liquidez en dólares, lo que ha impedido importar las cantidades necesarias de combustible. Como respuesta, ha implementado medidas extraordinarias como el teletrabajo, el horario continuo y clases a distancia para reducir el impacto de la escasez.
Además, mediante un decreto, el gobierno autorizó a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) la compra de dólares y activos virtuales para costear la importación de combustibles. No obstante, las restricciones en la emisión de dólares por parte del sistema financiero boliviano han complicado aún más la crisis.
OPERATIVO DE IMPORTACIÓN
Para contrarrestar la crisis, el gobierno ha gestionado la llegada de 70 millones de litros de gasolina provenientes de tres buques que atracaron en el puerto de Arica, Chile. Según el presidente de YPFB, Armin Dorgathen, el primer buque transportó 40 millones de litros de gasolina, que ya comenzaron a ser descargados y distribuidos desde la terminal de Sica Sica.
Se prevé que la descarga de este primer buque concluya en día y medio, con una distribución diaria de 4,3 millones de litros de gasolina y diésel mediante 130 cisternas con destino a Bolivia. Además, se confirmó la llegada de otros dos buques de gasolina y dos de diésel para este mes.
Dorgathen aseguró que en un plazo de 10 días se completará el ingreso del primer cargamento y que en dos o tres días las filas en las estaciones de servicio comenzarán a disminuir. Asimismo, pidió a la población que evite cargar combustible innecesariamente para no empeorar la crisis.
En Santa Cruz, una de las regiones más afectadas, la situación comenzó a aliviarse tras el pago de las cisternas que estuvieron retenidas en la refinería de Palmasola. YPFB informó que 500 cisternas ya descargaron combustible y que se ha gestionado la compra de gasolina desde Argentina para abastecer el oriente boliviano.
El transporte de combustible en Bolivia sigue un esquema dividido: El oriente boliviano se abastece principalmente desde Paraguay y Argentina, mientras que el occidente recibe el suministro desde la planta de Senkata, en El Alto. (RI/AG/IP/)
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