Anatasya Megumi, una joven nikkei de ancestros indonesios de 20 años, vive en Japón desde que tenía 13.
En Indonesia vivía con su abuela, mientras sus padres trabajaban en Japón.
Desde los 4 años, Megumi iba y venía entre los dos países, hasta que a los 13 se estableció definitivamente en Japón.
Megumi estudia en una preparatoria nocturna en la ciudad de Nishio, prefectura de Aichi, y le cuenta su historia a Mainichi Shimbun.
Sus padres no la matricularon en la escuela cuando se afincó en Japón porque pensaban mandarla de vuelta a Indonesia. Así las cosas, la chica pasaba sus días cuidando a su hermano siete años menor, mientras sus papás trabajaban.
Sin embargo, gente de KIBOU, un programa que ayuda dando clases a niños con antepasados extranjeros y que dirige el municipio de Nishio, los persuadió para que Megumi estudiara.
Megumi hizo tercer año de secundaria; sin embargo, tras egresar, pasó los siguientes dos años cuidando a su hermano.
La adolescente sentía que estaba bien cuidarlo (“amo a mi familia”), pero también un poco de envidia de sus amigas que le decían que la preparatoria era divertida.
En 2021, después de muchas deliberaciones sobre su futuro, Megumi retomó sus estudios ingresando en la preparatoria nocturna. Hoy es alumna de tercer año.
Además de estudiar en las noches, los días de semana trabaja en una fábrica de autopartes de 6 a. m. a 3 p. m.
“Estoy ocupada, pero disfruto la escuela. Quiero hacer muchas cosas durante mis años de preparatoria”, dice.
Cuando entró a preparatoria, a Megumi le preocupaba cómo hacer amigos. ”Yo era la única que llevaba hiyab. Pensé que era diferente a los demás”, dice.
Pero nadie la discriminó o marginó. Megumi buscó socializar con sus compañeros de clase y todos la trataron con normalidad.
Seguramente influyó el hecho de que la mayoría de estudiantes fueran extranjeros.
Megumi se hizo muy amiga de dos vietnamitas y ahora pasan mucho tiempo juntas.
Cuando era pequeña, quería ser médica. Ahora su anhelo es otro. “Los profesores de la escuela parecen divertirse tanto como los estudiantes. ¡Yo también quiero ser profesora!”, pensó.
Megumi planea estudiar en una universidad para alcanzar su objetivo, pero ya está dando pasos en esa dirección.
Desde el año pasado trabaja a tiempo parcial en KIBOU. Enseña japonés a personas de un amplio rango de edades y nacionalidades, desde niños en edad preescolar hasta sexagenarios.
Al recordar su difícil infancia, quiere ayudar a los extranjeros necesitados. Además, le gustaría ser una fuente de esperanza para los chicos que atraviesan por la misma situación por la que ella pasó.
La gerenta de KIBOU, Kimie Kawakami, conoce a Megumi desde que era una niña y dice estar feliz por su crecimiento, por cómo la pequeña tímida e incapaz de expresarse se ha transformado en la mujer radiante y segura que es hoy.
“No ir a la escuela le hacía perder la confianza. Pero ahora está trabajando duro en la preparatoria y eso anima a otros chicos”, declara a Mainichi.
Hace poco, Megumi participó en concurso nacional de estudiantes sobre experiencias de vida, en el que hablaban de su experiencia escolar y sus sueños para el futuro.
El título de la presentación de Megumi fue “Estoy bien”.
Así concluyó su intervención: “Después de ingresar a la preparatoria, hice amigos que me aceptaron tal como era. La escuela me dio otro sueño. Ahora puedo decir con confianza: ‘Soy como todos los demás’, así que estoy bien”. (International Press)