Mohammed Hajjaj nació y creció en Gaza. Fanático del anime, en 2016 aterrizó en Japón, donde obtuvo un doctorado en ingeniería de la Universidad de Doshisha y fue contratado como ingeniero por una empresa de Kioto.
Hajjaj ha perdido a 17 familiares, dos de ellos niñas, que vivían en un edificio de apartamentos que fue atacado por Israel.
Cada vez que se informa de una ofensiva aérea, a Hajjaj le preocupa que sus padres sean las próximas víctimas, revela en diálogo con Mainichi Shimbun.
El palestino dice que Israel no solo está atacando indiscriminadamente a civiles en Gaza, sino también privándolos de sus medios de vida. Los suministros de alimentos y agua se están agotando.
¿Por qué se permite esto?, se pregunta el hombre, que desea que la comunidad internacional trabaje para lograr un alto al fuego inmediato.
Por su parte, Deeb Alashgar, investigador de ingeniería eléctrica de la Universidad de Kioto, cuenta que su cuñada (esposa de su hermano mayor) y la familia de ella (incluyendo a un bebé de dos meses) han muerto como consecuencia de los ataques aéreos israelíes.
¿Qué hizo el niño para merecer la muerte?, se pregunta Alashgar, quien no esconde su decepción por la abstención de Japón en una resolución de emergencia de la Asamblea General de la ONU que pedía un alto al fuego humanitario.
Aun así, espera que Japón y la comunidad internacional puedan conseguir el cese de los ataques.
En la misma línea, Jumana Khalil, investigadora de inmunología molecular de la Universidad de Kioto, dice que Japón debe aprovechar sus relaciones amistosas tanto con Israel como con los países árabes para trabajar de manera activa hacia un alto el fuego.
Khalil está preocupada por un tío en Gaza, que ha acogido a unas 80 personas que perdieron sus casas por los ataques aéreos. Desde hace unas dos semanas no puede localizarlo. (International Press)