El año pasado, una mujer que vive en Tokio se enteró a través de Twitter de que una persona vendía mascarillas usadas.
La mujer, que ya vendía ropa y accesorios de segunda mano, decidió imitarla.
En agosto del año pasado concretó su primera venta, revela en entrevista a Mainichi Shimbun.
Publicó en Twitter una foto de una mascarilla que había usado todo el día en el trabajo y el gimnasio, con manchas de maquillaje y sudor. Sin mostrar su rostro (nunca lo ha hecho), dijo que era una veinteañera (en realidad es una treintona).
Le escribieron varias personas. Al final, vendió cuatro mascarillas por 500 yenes (3,8 dólares) cada una. Hoy gana alrededor de 3.000 yenes (22,8 dólares) al mes comercializando mascarillas usadas en línea.
Más adelante, amplió su línea de productos de segunda mano ante las solicitudes de usuarios que le pedían ropa interior y medias usadas.
La mujer vende ropa interior por alrededor de 1.500 yenes (11,4 dólares) y medias por 400-500 yenes.
Una menor de edad también forma parte del grupo de personas que venden mascarillas con restos de saliva o huellas de besos.
Alumna de tercer año de secundaria, la chica publica tuits en los que ofrece mascarillas usadas, haciendo hincapié en que es una estudiante menor de edad.
La chica ha vendido 15 mascarillas usadas por 1.500 yenes. También ha ganado dinero enviando una foto de su lengua por solicitud de un usuario.
Además, vende ropa interior usada, pero asegura que nunca ha enviado fotos de ella desnuda ni conocido en persona a ninguno de sus clientes.
“Realmente no quiero hacer esto, pero no tengo la edad suficiente para trabajar. Lo hago para ganar dinero para comprar manga”, dice la menor. Planea dejar de hacerlo cuando llegue a la preparatoria. (International Press)
