Dueño de bar en Tokio: «Me pregunto si los clientes que hemos perdido volverán»

Barrio rojo de Kabukicho, en Tokio

En agosto, el gobierno de Tokio solicitó a los establecimientos que sirven alcohol que cierren a las 10 de la noche para atajar la expansión del coronavirus.


Ante la disminución de casos, la medida ya no rige. Desde el miércoles 16, los bares y restaurantes, entre otros locales nocturnos, pueden atender sin restricciones de horario.

Una buena noticia para los propietarios y trabajadores de los negocios de entretenimiento en los 23 barrios especiales de Tokio.

Sin embargo, la situación es muy difícil. Un hombre de 39 años, que posee un bar en el barrio de Suginami, se confiesa en entrevista a Asahi Shimbun: «Me pregunto si los clientes que hemos perdido volverán».


Antes de la pandemia, la hora pico del bar era alrededor de la medianoche. Los clientes regulares rara vez llegaban antes de las 10 p. m., así que se entiende que para él cerrar a esa hora era casi como tenerlo cerrado.

Sus ventas han caído a un tercio de lo normal. No sabe si su negocio podrá seguir funcionando.

Uno de los distritos más golpeados por la pandemia es Kabukicho, epicentro de la vida nocturna en Tokio y señalado como foco de infección por los casos registrados entre los empleados y clientes de los locales nocturnos.


Aunque la situación sanitaria ha mejorado, Kabukicho ha sufrido un gran daño a su imagen. Hidekazu Maki, propietario de un izakaya en el distrito, dice a Asahi que las perspectiva del negocio no son buenas para nada.

Antes de la pandemia, dirigía cuatro izakaya en Kabukicho. Ahora solo le queda uno. En un futuro cercano, es posible que también tenga que cerrarlo.


El día 16, sin las restricciones de horario, Maki abrió hasta la medianoche. Cerró antes de lo previsto por falta de clientes.

De pie bajo el letrero de neón de su local de unos 100 asientos, esperó la llegada de clientes. A las 9 p. m., aparecieron 6 personas. A las 10 no había nadie.

Antes tenía diez empleados; ahora, solo dos. Lanzó un servicio de delivery, pero apenas tiene pedidos. Consiguió un préstamo de 10 millones de yenes (alrededor de 95.000 dólares) de un banco para mantener a flote su negocio, pero cree que para fin de año ya estará cerrado. Sus ventas han caído un 70 % con respecto al año anterior.

Que la pandemia ha trastocado los hábitos de consumo de los clientes se hace patente en el caso de un salaryman de 32 años que antes solía salir a beber una vez a la semana. Ahora evita los lugares pequeños o llenos de gente. «No creo que vuelva a beber alcohol en un izakaya hasta que haya una vacuna”, dice. (International Press)

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