El gobierno de Japón flexibilizó recientemente las restricciones para permitir el retorno paulatino de residentes extranjeros que se quedaron varados fuera del país en medio de la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, hay extranjeros a quienes se niega la entrada a Japón, pese a tener pruebas que certifican que están libres del virus, y son forzados a retornar a sus países.
Es el caso de una mujer china de 25 años que en una entrevista a Mainichi Shimbun relata que le impidieron el ingreso a Japón el 11 de agosto.
Ese día, la joven arribó al Aeropuerto Internacional de Narita y se sometió a una prueba de descarte que recogió muestras de saliva; una hora más tarde, salió el resultado: negativo.
La mujer presentó el resultado de la prueba junto con otra que se realizó en China antes de partir (también negativo). Sin embargo, la oficina de inmigración la rechazó y le dijo que tendría que regresar a China.
Después de permanecer dos noches en el aeropuerto, la mujer voló de vuelta a China, donde actualmente se encuentra en cuarentena de dos semanas, obligatoria por ley en su país. El incidente le acarreó a la joven gastos por un equivalente a casi 1.400 dólares.
La china tenía previsto retormar sus clases en una escuela de idioma japonés y prepararse para los exámenes de ingreso a una escuela de posgrado en Tokio en septiembre. «Es posible que no regrese a Japón de nuevo», dice la joven.
Si la mujer tenía pruebas de que no estaba infectada, ¿por qué no pudo ingresar a Japón? El problema es que el gobierno japonés exige resultados de pruebas que toman muestras de la nasofaringe (parte superior de la garganta detrás de la nariz) o de la saliva, y no acepta resultados de pruebas con muestras tomadas de la faringe, o parte de la garganta.
La joven asegura que antes de partir a Japón no le explicaron esa diferencia y que el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, en su sitio web, no especifica claramente que no acepta muestras de garganta. (International Press)
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