El escándalo de los millonarios regalos que ejecutivos de la compañía eléctrica Kansai Electric Power (KEPCO) recibieron del vicealcalde de una ciudad que alberga una planta nuclear de su propiedad ha indignado a los ciudadanos japoneses, revela Mainichi Shimbun.
KEPCO admitió que el fallecido Eiji Moriyama, como vicealcalde de la ciudad de Takahama, prefectura de Fukui, entregó más de 300 millones de yenes (2,79 millones de dólares) en obsequios (dinero en efectivo, monedas de oro, cupones para trajes, etc.) a 20 de sus ejecutivos.
Moriyama, a su vez, recibió 300 millones de yenes en comisión de una empresa de construcción contratada para proyectos en el complejo nuclear de Takahama. Esto indicaría que parte del dinero que KEPCO pagó a la mencionada empresa (6.470 millones de yenes / unos 60 millones de dólares) retornó a sus ejecutivos a través de Moriyama.
El vicealcalde declaró a las autoridades que lo investigaban que los regalos a KEPCO eran una “muestra de agradecimiento” por el apoyo de la compañía eléctrica a su ciudad, que depende mucho de la planta nuclear.
Un hombre de 78 años que reside en la prefectura de Hyogo expresó su indignación por el irregular esquema de trasiego de dinero: “Las facturas de electricidad que nosotros pagamos terminaron en los bolsillos de los ejecutivos de KEPCO”.
El anciano tachó de demasiado suaves los castigos impuestos por KEPCO a sus ejecutivos implicados (reprimendas y recortes salariales de uno y dos meses).
Por su parte, Hideo Iida, vinculado a organizaciones de asuntos del consumidor en Osaka, calificó como “vergonzo” el escándalo y dijo que el dinero recibido por KEPCO salió de las facturas de electricidad que pagan los consumidores.
Por último, una mujer de 44 años que huyó de Fukushima tras la crisis nuclear de 2011 y se instaló en Osaka con sus tres hijos declaró que el escándalo no ha hecho más que profundizar su desconfianza en las compañías de energía eléctrica.
La mujer llamó la atención sobre el hecho de que se está moviendo mucho dinero para que las plantas nucleares funcionen, lo que definió como “hipócrita”. (International Press)
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