En un editorial, Mainichi Shimbun destaca que la ley conduce a Japón por el camino correcto.
Sin embargo, hace notar que la norma se compone básicamente de principios generales. Faltan medidas concretas.
El diario pone especial énfasis en los niños extranjeros. En lugares donde hay una elevada población extranjera (trabajando en fábricas, por ejemplo) tienen la posibilidad de recibir enseñanza de lengua japonesa; sin embargo, hay zonas, sobre todo rurales, donde no hay nadie que les enseñe.
Un estudio elaborado por el Ministerio de Educación en el año fiscal 2016 reveló que 43.947 estudiantes que asistían a escuelas de primaria, secundaria, koko y especiales en Japón necesitaban clases de japonés por su insuficiente conocimiento del idioma, 1,7 veces más que una década atrás. El 24 % de ellos no tenía a nadie que pudiera enseñarles nihongo.
Otro problema es el cantidad y el nivel de las personas que enseñan idioma japonés. De los aproximadamente 40.000 profesores de japonés que hay en Japón, el 60 % son voluntarios. “La capacitación de profesores de japonés en todo el país es una tarea urgente”, advierte Mainichi.
Para asegurar la calidad de los profesores, la ley aboga por el establecimiento de un sistema de calificación. (International Press)
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