El 1 de julio de 2017, Noa Yamaguchi, una niña de dos años, fue llevada por sus padres a una clínica dental en la prefectura de Fukuoka para un tratamiento contra la caries.
La dentista que la atendió le puso anestesia y la trató durante unos 50 minutos. Poco después, la pequeña se quedó inerte, con los ojos desenfocados.
Los padres de Noa le pidieron al dentista que sustituyó a la mujer que hiciera algo, pero el odontólogo dijo que a su hija no le ocurría nada inusual y no tomó ninguna medida.
Noa descansó un rato en la clínica, pero una hora después comenzó a tener convulsiones y sus padres la llevaron a un hospital cercano. La niña murió dos días después.
Una autopsia determinó que la niña había fallecido por un daño cerebral por falta de oxígeno debido a una intoxicación aguda por anestesia con lidocaína.
Los padres de la víctima denunciaron al dentista, que era además propietario de la clínica. El sitio cerró después del incidente.
La policía tiene previsto trasladar el caso a la fiscalía, informó Mainichi Shimbun.
El dentista es acusado de negligencia profesional causante de muerte.
Para la policía es muy probable que la niña hubiera sobrevivido si el dentista no hubiera pasado por alto el empeoramiento de su situación y hecho algo, llamando a una ambulancia, por ejemplo.
El dentista, sin embargo, sostiene que su desempeño fue “apropiado”. (International Press)
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