En junio del año pasado, un adolescente de 13 años, estudiante de una escuela en la ciudad de Shibata, prefectura de Niigata, se colgó en el cobertizo de una propiedad de su familia.
A casi un año y cuatro meses de la tragedia, un grupo de investigación independiente concluyó que el ijime del que era víctima empujó al estudiante de segundo año de secundaria a suicidarse, informó Mainichi Shimbun.
El chico, según el informe, era acosado por varios estudiantes casi a diario, ante el silencio y la inacción de los profesores, a quienes los investigadores denunciaron por su falta de sensibilidad y de capacidad para actuar.
Los maltratos verbales comenzaron cuando el chico estaba en primer año de secundaria y se agravaron en segundo año. El menor no era una víctima pasiva, pues se defendía de sus atacantes, incluso los perseguía mientras estos huían de él burlándose, como si todo fuera un juego.
Muchos estudiantes y maestros fueron testigos de los hechos. Un profesor, sin embargo, dijo que «parecía que se estaban divirtiendo», mientras que un estudiante dijo que «no parecía que él (el suicida) estuviera enojado».
Todo el mundo pasó por alto la situación. La víctima habló con su profesor de aula sobre el ijime varias veces, pero el maestro no hizo nada. No le informó a las autoridades del colegio ni a los padres del chico.
El 23 de junio de 2017, el estudiante reveló a su familia que era objeto de bullying en la escuela. Dos días después, se suicidó.
El padre de la víctima ha solicitado a las autoridades que hagan públicos los nombres de los estudiantes que abusaban de su hijo, algo que no queda claro en el informe. (International Press)
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