¿Quieres renunciar a tu trabajo pero no puedes comunicárselo a tu empresa por vergüenza, miedo u otra razón? Exit, una compañía con sede en Tokio, lo hace por ti.
Si eres un trabajador a tiempo completo, te cobra por el servicio 50.000 yenes (440 dólares); si eres un empleado a tiempo parcial, 40.000 yenes (352 dólares). Si contratas el servicio por segunda vez, tienes un descuento de 10.000 yenes (88 dólares).
Sin duda, habrá gente a la que le resulte incomprensible pagar una cantidad nada despreciable de dinero por algo en apariencia tan sencillo como decirle a tu jefe que renuncias.
El sitio SoraNews24 explica que en una sociedad como la japonesa, en la que el espíritu de grupo está tan arraigado, los trabajadores tienen un elevado nivel de conciencia de que forman parte de un equipo. Por eso, sienten una gran responsabilidad hacia sus compañeros de trabajo.
Así las cosas, cualquier aspiración o sentimiento de naturaleza individual (dejar el trabajo por el deseo de progresar o simplemente por hartazgo, por ejemplo) puede ser percibido como un acto egoísta que daña al grupo. Si renuncias, la empresa debe contratar a un sustituto, y hasta que este aprenda y se acostumbre, los demás se perjudican al tener que trabajar más.
No es inusual que los japoneses se sientan avergonzados por querer renunciar a sus trabajos, dice SoraNews24. Y una vez que toman la decisión, les cuesta hablar con sus superiores por miedo a ser tachados de egoístas.
Que eso no es inusual lo muestra el hecho de que Exit atiende a alrededor de 300 clientes al mes.
¿Cómo funciona el servicio? Una vez que has decidido renunciar, contratas los servicios de Exit. Ellos llaman a tu empresa, dicen que se están comunicando en tu nombre y que has decidido dejar el trabajo. Exit se encarga de todos los trámites necesarios para materializar la denuncia, lo que incluye un documento que certifica que ya no eres más trabajador de la empresa y que, por lo tanto, eres elegible para la ayuda pública por desempleo.
Yuichiro Okazaki, cofundador de Exit, admite que cuando empezaron creyeron que sería “una línea de trabajo simple y liviana». Sin embargo, han sido contactados por personas que les han dicho: “Por favor, sálvame” o “Quiero morir”. “Las necesidades de nuestros clientes son mucho más profundas de lo que originalmente esperábamos», dice.
Por su parte, Toshiyuki Arano, el otro fundador de Exit, alberga la esperanza de “crear una sociedad donde sea más fácil para las personas renunciar a sus trabajos. Quiero que dejar el trabajo sea visto como algo positivo». (International Press)
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