“En Japón es tu culpa cuando te enfermas”. Ese es el título de un post publicado por la bloguera alemana Eli en el sitio City-Cost, que narra la experiencia negativa que sufrió en su primer trabajo en Japón (felizmente en su siguiente trabajo, con un jefe bueno, le fue mejor).
Eli cuenta que después de terminar una pasantía encontró trabajo en una pequeña empresa japonesa. Al principio, todo marchó sobre ruedas. La alemana tenía un compañero de trabajo con experiencia que le enseñaba lo que tenía que hacer. Aprendió rápido y no tenía problemas para cumplir con sus deberes.
Los problemas comenzaron unos meses después cuando su compañero de trabajo se fue. Sus jefes le dijeron a Eli que hiciera el trabajo que hacían los dos mientras buscaban un sustituto.
Se suponía que contratarían a un nuevo trabajador lo antes posible. No fue así. Entrevistaron a algunos candidatos, pero sin llegar a nada (porque a sus jefes no les gustaban o porque a estos no los convencía el trabajo).
¿Y Eli? Haciendo sola el trabajo de dos personas mientras tanto. ¿Mientras tanto? Cuando sus jefes se dieron cuenta de que ella se las arreglaba para hacer todo el trabajo, decidieron no contratar a nadie más.
La alemana cuenta que la empresa le dio un aumento salarial de unos 20.000 yenes (176 dólares) que ni siquiera alcanzó para pagar los costos médicos. Sí, Eli se enfermó.
Cada vez se sentía más cansada y estresada. Comenzó a tener problemas para dormir en las noches.
Las cosas empeoraron cuando otro empleado renunció y el trabajo se distribuyó entre los que quedaban.
Después llegaron los dolores de cabeza que poco se poco se hicieron más frecuentes. Casi todos los días tenía que lidiar con esos dolores en el trabajo. Fue a varios médicos sin resultados positivos.
“Debido al constante dolor, ir a trabajar era realmente duro para mí, sin embargo, hacía todo lo posible. Pero algunos días me sentía tan mal que no podía salir de casa y faltaba por enfermedad. Esto sucedió tal vez una o dos veces al mes durante unos meses, así que un día mi jefe me llamó y me dijo que cuidara mejor mi salud. Estar tan enferma es una carga para la empresa. Me sentí realmente traicionada en ese momento porque lo que me enfermaba era el estrés en el trabajo y yo estaba tomando mis vacaciones anuales para el permiso por enfermedad”.
Eli añade:
“En el pensamiento tradicional japonés, un trabajador es responsable de su propia salud y debe asegurarse de no enfermarse. Puedo entender eso hasta cierto punto, pero algunas enfermedades son inevitables sin importar cuánto te cuides”.
Habría que añadir: peor aún cuando la enfermedad es por culpa del exceso de trabajo.
En fin, el asunto es que Eli dejó ese empleo y, como mencionamos al principio, halló otro con un buen jefe que en vez de quejarse de que sus trabajadores se enfermaban, se preocupaba por su salud. (International Press)
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