El 2 de julio de 2018 pudo ser una fecha histórica para el fútbol japonés. Los Samuráis Azules estuvieron muy cerca de quedar entre los ocho mejores de la Copa del Mundo por primera vez en su historia.
Ante un rival superior, Japón no salió a atrincherarse, a encerrarse en su campo a la espera del error rival o los penales, como lo hizo Rusia contra España. La selección japonesa salió a jugar sin complejos y aunque Bélgica tuvo más la pelota y creó más oportunidades de gol, en varios pasajes del partido los japoneses impusieron su fútbol de toque, rápida circulación de balón y llegadas por los extremos, combinando muy bien el juego en corto y en largo.
Si bien en el primer tiempo no se abrió el marcador, el partido fue intenso y bien jugado, con ocasiones de gol en ambos arcos y equipos que siempre apostaron por el ataque.
Entre Yoshida y Shoji lograron maniatar al peligroso Lukaku por el medio. Por las bandas, Nagatomo y Sakai estuvieron aplicados en la marca y atentos en los cierres. Nagatomo fue una variante más en el ataque con sus constantes subidas, aliado de Inui, centrocampista punzante, con un disparo de media distancia letal. En el medio, destacó Kagawa, lúcido y clarificando siempre el juego, con Hasebe, Haraguchi y Shibasaki como eficaces lugartenientes. Arriba, Osako complicó a los centrales belgas con su movilidad.
El segundo tiempo fue de vértigo y locura. Cinco goles, el último en el minuto 94, cuando el suplementario parecía inminente. Una remontada histórica que parecía una quimera cuando Japón ganaba sorpresivamente 2-0 y Bélgica martillaba con tesón, pero sin puntería.
Los Samuráis Azules estrenaron el marcador con un tiro cruzado de Haraguchi tras gran pase de Shibasaki a los tres minutos de la segunda mitad. Solo cuatro minutos después, Inui puso el segundo de magnífico disparo. Batacazo mundial.
Ni aun con dos goles de ventaja, Japón renunció a jugar. Otros equipos hubieran optado por poner el autobús delante del arco; los japoneses siguieron jugando como si el marcador no se hubiera abierto.
Los dos goles belgas que pusieron el transitorio empate llegaron en un lapso de cinco minutos, un mazazo para Japón que, sin embargo, no se descompuso y se mantuvo fiel a su juego.
El castillo se derrumbó en el último minuto de juego cuando Honda lanzó un córner que Courtois cortó con facilidad e inició un contragolpe de manual que culminó con el gol de Chadli. Kawashima, que tuvo dos notable atajadas tras sendos cabezazos, no pudo bloquear el disparo mortal.
Muchos dirán que Honda debió jugar el córner en corto, no arriesgar como lo hizo. Sí, Japón arriesgó y perdió, pero lo hizo de pie, jugando un gran partido. Después de una jornada opaca como la del domingo, con dos partidos aburridos (España-Rusia y Croacia-Dinamarca), hay que agradecer a Japón y Bélgica por regalarnos un partidazo. (International Press)
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