En marzo de 2014, Kabu Terauchi secuestró a una estudiante de secundaria que retornaba a casa de su escuela en la prefectura de Saitama. La menor estuvo dos años cautiva.
En marzo de 2016, logró escapar del apato en Tokio donde estaba confinada aprovechando la ausencia del hombre y que la puerta de la vivienda no tenía llave, y avisó a la policía. Terauchi fue hallado al día siguiente en la prefectura de Shizuoka después de que intentó suicidarse.
El Tribunal de Distrito de Saitama condenó a nueve años de prisión al hombre. La fiscalía solicitaba 15. La madre de la chica exigía cadena perpetua.
La fiscalía apeló el fallo ante el Tribunal Superior de Tokio, informó la agencia Kyodo.
Aunque el tribunal de Saitama sostuvo que había poco margen para la misericordia, dijo que la pena exigida por los fiscales era excesiva.
El tribunal alegó que el confinamiento físico fue “moderado», pues Terauchi dejó una ventana abierta y a menudo se iba de viaje, dejando a la chica en el apato. Además, dijo, no hubo violencia física ni abuso verbal.
La fiscalía manifestó durante el juicio que Terauchi actuó impulsado por el deseo egoísta de observar cómo se comportaba la chica en cautiverio.
El tribunal desestimó el argumento de la defensa, que sostuvo que el hombre sufría un trastorno mental que le impedía hacerse responsable por su delito.
Terauchi tiene 25 años y estudiaba en la Universidad de Chiba. Primero mantuvo confinada a la chica en un apato en Chiba y después en uno en Tokio.
La chica, hoy de 17 años, desarrolló como consecuencia del encierro un severo trastorno de estrés postraumático. (International Press)
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