La cantante foclórica peruana Irma Osno ha cautivado a los japoneses con “Taki Ayacucho”, su nuevo CD interpretado íntegramente en quechua, el mismo que rescata canciones y huaynos tradicionales de su tierra y que ofrece con audacia, lejos de los cánones comerciales, bellas composiciones propias.
“Taki Ayacucho” ha sido producido y grabado en Japón con la participación de músicos locales que han logrado ejecutar la sencilla, y por lo tanto compleja, profundidad de canciones que sólo se escuchan en casa, en festivales populares de lugares recónditos o durante el apacible pastoreo en las alturas andinas.
Ha sido tan fuerte el impacto del nuevo CD que el prestigioso diario Mainichi le ha dedicado una extensa crítica que titula: “Una voz aguda y agridulce como una yerba medicinal”, que describe la intensidad y pureza interpretativa de Irma Osno, un diamante del folclore peruano que se está puliendo en Japón.
“Taki Ayacucho” es, según el rotativo nipón de casi tres millones de ejemplares al día, “una metáfora natural hecha canción de amor, una fuerza pura e inocente. Si usted imaginaba que el folclore andino era simplemente una combinación de quena y charango, quedará muy sorprendido”.
La producción de Osno ha sido descrita además como “una luz brillante de piezas musicales que incluso en el Perú se encuentran en el olvido”.
Se han rescatado canciones tradicionales de Ayacucho como “Waqra Pukuy”, que abre la lista del CD, “Qachwa”, “Carnaval de La Mar” y “Maytam Qawanki”, que se unen otras del departamento de Huancavelica y de la provincia ayacuchana de Víctor Fajardo.
La artista, que vive en Japón desde hace 10 años, ha puesto su sello en el disco con dos canciones de su autoría: “Khori Challwa Wawa” y “Waraka Carnaval”.
El marco musical es totalmente japonés, salvo el chinlili (parecido al charango), la tinya que es el tambor andino, y las tijeras, instrumentos que Osno ejecuta muy bien.
Con ella han participado Daisuke Takaoka (tuba), Hiroyasu Okada (quenas), Kunihito Urushihata (violín), Yunta Ikemiya (percusión) y Noritaka Yamaguchi (bajo).
“La excelente percusión, el violín y la tuba de Daisuke Takaoka coprotagonizan a la perfección en esta producción andina”, ha resaltado el diario Mainichi. “Es una combinación que no parece razonable, pero que sin embargo se compaginan armoniosamente”, añadió.
Osno nació en el seno de una familia de artistas andinos en San Gabriel de Huarcas, un pueblo del distrito de Accomarca en la provincia de Vilcas Huamán, departamento de Ayacucho, y cuenta que sólo hablaba quechua hasta los 12 años cuando se fue a vivir a Lima.
Se formó como educadora y durante 7 años ejerció como maestra de secundaria del curso de Lengua, Literatura y Comunicación y ha estudiado danzas andinas en la Escuela de Folclore de la Universidad Mayor de San Marcos.
Mainichi Shimbun ha valorado en su crítica la enorme influencia que la naturaleza ayacuchana ha ejercido en la manera de cantar y componer en esta pastorcita quechuahablante que se ha convertido en el referente de la canción tradicional andina en Japón.
“Mientras pastoreaba (Irma Osno) siempre pensaba en qué habría más allá de esas montañas que la rodeaban. El viento que rozaba sus mejillas era tan frío como la muerte misma. Sin embargo, la esencia que respiró de ese mundo cuando niña solo ha podido ser comprendido por una verdadera artista como ella. Es como haber logrado convertir en poesía y melodía la presencia de una sirena en la cascada”, ha escrito el diario.
“Taki Ayacucho” se ha convertido así en “una herencia musical de gran pureza” que ha sido inmortalizada en Japón y “a la que no se le debe cerrar la puerta o de lo contrario la música no tendría futuro”, ha concluido la crítica. (Nancy Matsuda/International Press)
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