David Blanco Bonilla / EFE
Hace veinte años, las Fuerzas Armadas de Perú sorprendieron al mundo al concretar la operación militar «Chavín de Huántar», que usó túneles para rescatar con vida a 71 de los 72 rehenes retenidos durante más de cuatro meses por un comando del MRTA en la residencia del embajador japonés en Lima.
La llamada «crisis de los rehenes» terminó a media tarde del 22 de abril de 1997, cuando 140 miembros de las fuerzas especiales entraron en la residencia diplomática para poner fin a un suceso que mantuvo en vilo al país y concitó la atención mundial desde que comenzó, el 17 de diciembre de 1996.
Ese día, 14 integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), liderados por Néstor Cerpa Catolini, irrumpieron en una recepción en la residencia del embajador japonés de entonces, Morihisa Aoki, y secuestraron a más de 600 invitados.
Aunque los emerretistas fueron liberando a cientos de personas, entre los que permanecieron en su poder durante todo el secuestro estuvieron el entonces canciller, Francisco Tudela; uno de los hermanos del presidente Alberto Fujimori, Pedro, y el vicealmirante Luis Giampietri, quien a la postre cumpliría un papel crucial en el rescate.
El secuestro terminaría el 22 de abril de 1997, cuando los militares irrumpieron en la residencia para rescatar a los rehenes en la operación «Chavín de Huántar», denominada así en homenaje a los túneles de una famosa construcción preincaica ubicada en la región Áncash, en el norte del país.
En la operación militar, que siempre ha sido comparada con el célebre rescate israelí en el aeropuerto ugandés de Entebbe, murieron el magistrado Carlos Giusti, los militares Juan Valer y Raúl Jiménez, y los 14 secuestradores.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó el pasado año al Estado peruano que siga las investigaciones sobre las denuncias de la presunta ejecución de algunos de los emerretistas.
Tanto Fujimori como los militares que participaron en la operación niegan cualquier ejecución y remarcan que todos los subversivos murieron durante el intercambio de disparos.
El actual presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, tocó el tema el miércoles, cuando condecoró al estandarte de «Chavín de Huántar» y pidió que se terminen rápidamente los procesos contra los militares.
Kuczynski, quien promulgó el viernes una ley aprobada por el Congreso que declaró «héroes de la democracia» a los miembros del «Chavín de Huántar», afirmó hoy que la operación militar «fue el clavo final en el ataúd del terrorismo».
Remarcó «cuán importantes han sido (estos militares) en la historia del Perú» y destacó, además, la labor que cumplió durante la crisis el cardenal peruano Juan Luis Cipriani, quien actuó como mediador y favoreció la entrega de ayuda humanitaria.
«Tuvo un papel muy difícil, donde había que disimular y también alentar al mismo tiempo», aseguró.
El jueves, el expresidente Fujimori, quien cumple una condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, afirmó que la idea de construir túneles para la operación militar «vino en un sueño».
«Cuando analizaba opciones distintas a la salida pacífica, los admirables túneles de Chavín felizmente vinieron en un sueño que inspiró el rescate», señaló Fujimori en un mensaje manuscrito difundido en la red social Twitter.
Fujimori agregó que con el operativo militar de rescate «los emerretistas fueron notificados de que enfrentaban a un Estado peruano inflexible con la subversión».
Por su parte, el ministro de Defensa, Jorge Nieto, declaró hoy en la emisora RPP Noticias que el rescate permitió restablecer el Estado de derecho y defender el sistema democrático en el país, por lo que destacó que se haya reconocido a los militares como héroes.
«De lo que se trata es de reafirmar la vida democrática y pacífica en nuestras sociedades, apelando a los mecanismos que la democracia nos da. Esos valores se han puesto en juego con esta operación militar y con la lucha contra el terror. El Perú no lo debe olvidar», concluyó.
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