Cristina García Casado / EFE
En la cabeza un gorro rosa con forma de gatito, en la mano una pancarta progresista y en la boca un grito contra Donald Trump. Centenares de miles de mujeres -y muchos hombres también- marchan en Washington para defender los derechos que ven amenazados por el nuevo presidente.
La «Marcha de las Mujeres», convocada casi al minuto de que el magnate neoyorquino ganara las elecciones, desborda la gran explanada de jardines del National Mall, el centro monumental de la capital, con al menos medio millón de personas.
Lleva «mujeres» en su nombre pero es una protesta mucho más amplia: hombres y mujeres de todas las edades han salido a defender la diversidad, la igualdad, la inclusión, los derechos reproductivos, y a condenar el racismo y la misoginia que ven en Trump.
Sus carteles evidencian el amplio abanico de sus causas: «Nosotros el pueblo somos más fuertes que el miedo», «En las mujeres confiamos», «La diversidad es estadounidense», «Los derechos de las mujeres son derechos humanos», «Respeto para todos».
Mary Beth y Bridget han viajado desde Minesota (Medio Oeste) hasta Washington en uno de los muchos aviones que aterrizaron en la capital hoy repletos de manifestantes con el icono de la marcha: un gorro rosa con forma de gatito.
Lo llaman el gorro «pussy cat» y es su respuesta irónica al polémico comentario de Trump sobre que a las mujeres hay que agarrarlas por sus partes íntimas (pussy, en inglés).
Bridget se lo ha tejido ella misma: «Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que las mujeres no seamos invisibles», dice a Efe mientras espera, junto a decenas y decenas de personas, el metro para ir al punto de encuentro de la marcha, en los alrededores del Capitolio.
Los accesos al metro han estado abarrotados desde primera hora: a las 11 de la mañana del sábado habían tomado este transporte -el más recomendable con el centro urbano cortado al tráfico- 275.000 personas, frente a las 193.000 que habían viajado a la misma hora el viernes para la investidura de Trump.
La amiga de Bridget, Mary Beth, marchará siempre que haga falta durante los próximos cuatro años para «defender el progreso social de los últimos ocho años» de Presidencia de Barack Obama.
«Es un momento crucial. Todo por lo que hemos trabajado desde entonces está en riesgo ahora», indica con un rostro grave que cambia enseguida porque «hoy esto es una fiesta, esta marcha es esperanzadora».
Al grito de «Dime cómo es la democracia, así es como es la democracia», o «mi cuerpo, mi elección», los manifestantes han inundado el centro monumental de Washington.
La movilización, que podría hacer historia como una de las más grandes del país, ha estado animada por conocidos artistas, algo que no pudo conseguir Trump para su investidura, ya que ninguno de renombre accedió a actuar para él.
La cantante Alicia Keys, con un torrente de energía, ha alabado la «fortaleza» de las (y los) manifestantes y les ha cantado un oportuno «This girl is on fire».
Madonna lanzó un mensaje de esperanza: «el bien no ganó en estas elecciones, pero ganará al final».
Antes,las actrices Scarlett Johanson, Ashley Judd y América Ferrera, habían enviado duros mensajes de resistencia a Trump.
«El presidente no es Estados Unidos. Nosotros somos Estados Unidos y estamos aquí para quedarnos», proclamó Ferrera, de origen hondureño.
El cineasta Michael Moore quiso ser más gráfico y rompió una portada de periódico con la noticia de la investidura de Trump.
Entre famosos y manifestantes se palpaba la nostalgia de otra investidura: la que en 2009 llevó al poder al primer presidente afroamericano -Barack Obama- y congregó en Washington al histórico número de 1,8 de millones personas llenas de esperanza.
El autor del icónico cartel «Hope» de esa campaña, Shepard Farey, ha diseñado y comisionado los de la «Marcha de las Mujeres», con las minorías y las mujeres como protagonistas.
Wardah Khalid porta un diseño de Farey: el potente retrato de una joven musulmana como ella, que lleva un hiyab (velo) con el estampado de la bandera estadounidense.
Y dice: «Nosotros el pueblo somos más fuertes que el odio».
Cerca de Khalid, Bernardo y su familia portan una gran pancarta con las banderas de México y Estados Unidos que pone: «Juntas somos más poderosas». Han volado desde Yucatán solo para la marcha.
Apoyada en una pared, poniendo en orden sus carteles, está Patty, que a sus 72 años de edad ha viajado desde Ohio para «plantar cara y unirse a todos los que defienden lo que Trump intenta arrasar».
Martha, de 19, la mira con admiración pero protesta, como su pancarta: «Estamos en 2017, no puedo creer que todavía tenga que manifestarme por esto».
Be the first to comment