Algunos lo perciben como un intento de “deshacerse de la abuela que nadie quiere”
Yukio Takano, el alcalde del distrito de Toshima, Tokio, tiene un problema: el número de niños en su jurisdicción se ha reducido a la mitad con respecto a 1980, mientras que la población de edad avanzada se ha duplicado.
Y como si fuera poco, cada vez tiene menos espacio para construir hogares de ancianos en el distrito más densamente poblado de la capital japonesa.
Una posible solución: trasladar a los ancianos al campo. Es una idea audaz que impulsa el primero ministro de Japón, Shinzo Abe, destaca Bloomberg.
Promover la migración de personas de avanzada edad a las zonas rurales contribuiría, además, a poblar estas partes del país cada vez más deshabitadas.
A ochenta minutos en tren de Toshima se ubica el pueblo de Chichibu, donde la población comenzó a disminuir en 1975. Mientras que el centro de la localidad está lleno de negocios cerrados y edificios abandonados, hay muchas camas vacías en hogares de ancianos y centros médicos subutilizados.
Ahora, la cuestión es: ¿aceptarán los ancianos mudarse al campo? Takano apunta: «Por supuesto, la gente va a decir que esto es como deshacerse de la abuela, o echar fuera a gente que no se quiere ir, pero ese no es el caso».
Takano está sondeando a sus ciudadanos para ver la posibilidad de materializar la idea.
«Hay personas mayores que viven solas en apartamentos con solo la televisión para hablar. Es una vida miserable», dice.
Para muchos en Japón, la idea de mudar a los ancianos al campo reaviva una leyenda que cuenta que en la antigüedad las personas mayores eran llevadas a las montañas para dejarlas morir.
Akiko Ito, alta funcionaria del gobierno de Abe, declara a Bloomberg: «Lo que estamos preguntando a los adultos mayores activos es si les gustaría trabajar en un nuevo sitio, para continuar estudiando o simplemente para hacer algo nuevo en un nuevo lugar». Ito aclara que de ninguna manera se está exigiendo a la gente que se mude.
Para Ito, Takano y funcionarios de Chichibu, los candidatos ideales para la reubicación son los ciudadanos de edad avanzada que todavía están sanos y, en algunos casos, interesados en seguir trabajando.
Alrededor del 41 % de los residentes de Tokio están planeando o considerando mudarse al campo, de acuerdo con un estudio del gobierno el año pasado.
Para algunos habitantes de Toshima, sin embargo, la idea de mudarse es como mentar al diablo en una iglesia. Una mujer de 71 años dijo que está firmemente en contra de la iniciativa. Para la anciana, que maneja con su esposo un negocio, es como intentar deshacerse de la abuela que nadie quiere.
Para el exministro y gobernador Yoshihiro Katayama, el gobierno debería centrarse en medidas para detener el éxodo de los jóvenes a Tokio antes que en fomentar la migración de los ancianos al Japón rural.
No obstante, algunos no tendrán más opción que mudarse. Muchos ancianos en Tokio deberán abandonar sus hogares cuando ya no sean capaces de cuidar de sí mismos, dice Koichi Murakami, un panadero de 80 años que vive con su esposa.
El 11 % de los 1.788 gobiernos locales de Japón han expresado su interés en participar en programas de apoyo al traslado de habitantes de las ciudades al campo, según un sondeo del gobierno.
Esto reportaría beneficios económicos.
Por cada 100 personas de 65 a 80 años que se trasladaran al campo con un gasto mensual de 200.000 yenes (1.650 dólares) habría un beneficio económico resultante de 14.000 millones de yenes (115 millones de dólares) y 1.000 puestos de trabajo creados en 40 años, según el Instituto de Investigación de Mitsubishi.
En abril, Abe visitó una comunidad para residentes de edad avanzada en el oeste de Japón que puede servir de modelo. El proyecto Share Kanazawa se levanta sobre un gran terreno con 32 casas para ancianos, junto con viviendas para estudiantes universitarios y niños con problemas mentales. Abe expresó su deseo de que el ejemplo de esta comunidad se replicara en el resto del país.
¿MÁS TRABAJADORES EXTRANJEROS?
La población del país asiático se reducirá en más de 700.000 habitantes al año en promedio entre 2020 y 2030, cuando casi la tercera parte de la población tendrá 65 años o más, según el Instituto Nacional de Población. Para agravar las cosas, la capacidad del gobierno para extender los incentivos financieros con el fin de estimular el crecimiento de la población es limitada, en un país cuya deuda pública es más del doble del PIB.
Los problemas que enfrenta Tokio son especialmente graves: el número de residentes de 75 años o más subirá un 44 % a 5,72 millones en 2025, según el Consejo de Política de Japón. Además de fomentar la migración de personas mayores al campo, Japón necesita trabajadores extranjeros.
Sin embargo, Abe dijo hace unos meses en EE. UU. que antes de que Japón comience a aceptar inmigrantes para hacer frente al declive de su población, primero debe elevar la tasa de natalidad y apoyar a los ancianos y mujeres a incorporarse o permanecer en el mercado laboral. (International Press)
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