Mayoría se opone a reforma militar y reactivación de centrales nucleares
Japón se prepara para conmemorar el 70 aniversario del ataque atómico sobre Hiroshima, en medio de las continuas protestas contra el Gobierno nipón por impulsar la reforma militar y la inminente reactivación de centrales nucleares tras el desastre de Fukushima.
En Hiroshima (oeste del país) se ultiman los detalles para recibir el jueves, día del aniversario, a representantes de un centenar de países que participarán en el ceremonial que honra a las víctimas de la tragedia y que cada año hace un llamamiento a la paz y al desarme nuclear.
Mientras, en Tokio hay programadas protestas ante el Parlamento, donde está a punto de ser aprobada la reforma promovida por el Ejecutivo del primer ministro, Shinzo Abe, que por primera vez en 68 años permitirá a las Fuerzas de Auto Defensa (Ejército) operar en el extranjero y defender a aliados en caso de ataque.
La iniciativa llega después de que en 2014 el Gobierno realizara una polémica «reinterpretación» de la Constitución pacifista adoptada por Japón en 1947 a instancias de la ocupación estadounidense y que hasta ahora impedía al país el uso de la fuerza para resolver conflictos internacionales.
Por este motivo, tanto japoneses como ciudadanos de países vecinos que padecieron el yugo nipón hasta el final de la II Guerra Mundial estarán muy pendientes del discurso que pronuncie Abe durante la ceremonia.
El miércoles, la oposición nipona intentó arrinconar al ministro de Defensa, Gen Nakatani, durante su comparecencia en la Cámara Alta al preguntarle si la reforma prevista autorizará a Japón a transportar armas nucleares para sus aliados en caso de tener que asistirles militarmente.
Nakatani admitió que «técnicamente» así sería, aunque se apresuró a descartar dicha posibilidad esgrimiendo los tres principios nucleares adoptados por Japón en 1967 por los que el país no puede poseer, fabricar o albergar en su territorio bombas atómicas.
Otro factor que ha hecho perder popularidad al actual Gabinete en los últimos tiempos es su apoyo a la reactivación de centrales nucleares, todas ellas actualmente apagadas a raíz del accidente en Fukushima en 2011.
Según los sondeos, más de la mitad de los japoneses está en contra de la medida por temor a que se repita un episodio como el de Fukushima, y las manifestaciones antinucleares han sido también la tónica de los últimos meses en Tokio y otras ciudades.
Eso no será impedimento para que la central de Sendai (en el suroeste del país) empiece a funcionar en fase de pruebas el próximo 10 de agosto, tras superar los nuevos criterios de seguridad post-Fukushima impuestos por el regulador nipón.
Grupos antinucleares también han comenzado ya a celebrar en Hiroshima sus congresos anuales, en los que participan «hibakusha», nombre que reciben en Japón los supervivientes de los ataques nucleares, y activistas de diversos países.
Para la ceremonia de este año, la ciudad espera también una afluencia récord de periodistas y turistas, algo patente por la subida de tarifas hoteleras para las escasas plazas que quedan disponibles.
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