También culpan a Abe de poner en riesgo a Japón
La crisis de los rehenes japoneses en manos del Estado Islámico mantuvo en vilo a Japón. Sin embargo, no todos los japoneses simpatizaban con Kenji Goto y Haruna Yukawa.
¿Por qué? Por su decisión de viajar a Siria y exponerse al peligro de ser secuestrados o asesinados por el grupo extremista, como finalmente ocurrió. Japón es una sociedad en la que no causar problemas a los demás para mantener la armonía colectiva es fundamental, subraya Associated Press. Y los rehenes, de acuerdo con la percepción de algunos sectores en Japón, le causaron problemas al país con su “imprudencia”.
Masahiko Komura, vicepresidente del gobernante Partido Liberal Demócrata, ha hecho hincapié en que Goto ignoró las tres advertencias que le hizo el gobierno de Japón para que no viajara a Siria.
Para Komura la decisión de Goto de desplazarse a Siria no fue “valentía verdadera”, sino “valentía temeraria”, “no importa cuán altas puedan haber sido sus aspiraciones”.
Incluso las familias de ambos se han disculpado con el país por los problemas originados.
Poca gente simpatizaba con Yukawa, el primer rehén ejecutado, recuerda AP. ¿Por qué? Porque era percibido como un aventurero y aficionado a las armas. Goto atraía más simpatías porque era un conocido reportero que informaba sobre los refugiados, en especial niños, de las zonas en conflicto.
Más drástico que Komura es Taeko Sakamoto, una trabajadora de 64 años. «Para ser honesta, ellos causaron un tremendo problema al gobierno y al pueblo de Japón. En los viejos tiempos, sus padres habrían tenido que hacerse el harakiri para pedir disculpas», dice.
La mujer, sin embargo, no se limita a responsabilizar a Yukawa y Goto. Al primer ministro Shinzo Abe también le caen palos. A su juicio, la intención de ampliar el rol militar de Japón (modificando la interpretación de la Constitución pacifista de Japón para que el país pueda recurrir a la fuerza) ha generado riesgos para el país. Por ello, pide “que Abe no haga nada más que pueda ser visto como una provocación, porque nos pondría en un gran riesgo”.
Muchos japoneses creen –según AP– que si Abe no hubiera expresado su apoyo a la coalición internacional contra el Estado Islámico, Japón no sería blanco de los terroristas.
Hay que recordar que días después de que el primer ministro japonés se comprometiera a aportar 200 millones de dólares al Medio Oriente para ayudar a las víctimas del Estado Islámico, este grupo exigió el mismo monto por la liberación de Goto y Yukawa.
Cuando el EI anunció la decapitación de Goto, advirtió de que la “pesadilla” para Japón había comenzado.
Para Koichi Takano, experto en política internacional de la Universidad de Sofía, la crisis de los rehenes ha polarizado al país. Por un lado, algunos sectores sostienen que Japón debe endurecer su posición militar para enfrentar la amenaza terrorista, mientras que otros cree que justamente eso es lo que pone a Japón en peligro.
Uno de los que defienden la primera postura es Toshihiko Ozeki, un jubilado de 67 años que considera que Japón debe ser lo suficientemente fuerte para defenderse, y que apoya la intención de Abe de fortalecer la capacidad militar del país.
En la otra orilla, un hombre de 55 años que pide no ser identificado cree que Abe ha ido muy lejos y desea que Japón no tenga nada que ver con la guerra. (International Press)
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