Tras triunfo electoral, dice que «presionará a las empresas para que aumenten los salarios»
Ramón Abarca / EFE
Político hábil y persistente, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha conseguido por segunda en vez en dos años el apoyo en las urnas de sus compatriotas, lo que le da carta blanca para profundizar en su ambicioso programa económico y unas políticas de marcado carácter nacionalista.
Abe sorprendió a su país cuando a mitad de legislatura y a pesar de disfrutar de buenos niveles de popularidad decidió lanzar un gran órdago a los japoneses y convocó unos comicios anticipados a modo de referéndum sobre su gestión.
Este hijo y nieto de prominentes políticos, ha conseguido revalidar su sólida victoria de 2012, tras haber centrado todo su discurso en la economía y la necesidad de sacar a Japón de un letargo de casi dos décadas.
El conservador y ferviente nacionalista de 60 años ha salido victorioso de una apuesta electoral que muy pocos entendieron y que se atrevió a plantar justo cuando la tercera economía del mundo entraba de nuevo en recesión.
Los nipones, incapaces de ver alternativas en los partidos de la oposición a los que los comicios pillaron desorientados, han valorado el arrojo y determinación de Abe para diseñar y poner en marcha la conocida como «Abenomics», una política económica basada en agresivos estímulos y flexibilización monetaria.
El líder del Partido Liberal Democrático (PLD) lo ha repetido hasta la saciedad: su objetivo es despertar a un Japón sumido en la deflación durante décadas, y que ha visto reducido su peso internacional a la sombra de la imparable China.
«Japón está de vuelta», manifestó Abe tras su arrolladora victoria de 2012 dejando claro su aspiración convertir de nuevo su país en una potencia mundial.
En una estrategia perfectamente medida, Abe supo dejar atrás durante una corta y anodina campaña su lado más duro, los gestos nacionalistas y su defensa del revisionismo histórico que tanto irritan a sus vecinos y a una parte de los japoneses más liberales.
El impulsor durante su mandato de una polémica reinterpretación de la Constitución pacifista de Japón ha querido mostrarse simplemente como el ejecutor de una deseada recuperación de la economía nipona.
Este político hiperactivo y trabajador, que ha visitado un total de 50 países en menos de dos años de mandato, consiguió devolver el poder en diciembre de 2012 al Partido Liberal Demócrata (PLD), que gobernó entre 1955 y 2009 de forma prácticamente ininterrumpida.
Casado y sin hijos, Abe cuenta con una amplia experiencia en la despiadada cancha política nipona, donde mantenerse en el poder es toda una proeza.
Este calculador líder ha conseguido con esta victoria darse un buen margen de maniobra que le permitirá ser reelegido como líder de su partido y quizá, con suerte, alargar su mandato cuatro años más, lo que le convertiría en uno de los primeros ministros que más tiempo han sobrevivido en su puesto.
Abe ha agradecido la «confianza» de los votantes, a la espera de que se conozcan los resultados definitivos.
«Quiero agradecer la confianza de la gente que nos ha votado. Gracias a ellos podremos mantener la actual administración y continuar nuestro trabajo», afirmó Abe, quien también señaló en declaraciones a la cadena pública NHK que los primeros resultados «muestran el respaldo de la gente a Abenomics», su estrategia de recuperación económica.
El recuento efectuado por NHK atribuye al Partido Liberal Demócrata (PLD) al menos 271 de los 475 escaños de la Cámara Baja, frente a los 60 del Partido Democrático (PD), lo que según las proyecciones de la cadena pública aseguraría la mayoría absoluta del partido gobernante.
Estos resultados apuntan a que el PLD y su socio de Gobierno, el partido budista Nuevo Komeito, revalidarán el control de dos tercios de la Cámara Baja.
«Seguiremos como antes, pero mantendremos la humildad y trataremos de escuchar cuidadosamente al pueblo japonés», afirmó Abe, quien también destacó que el Gobierno «no dudará a la hora de tomar decisiones cuando sea necesario».
Abe señaló que la prioridad para su nuevo mandato será «hacer todo lo posible para que la economía se recupere», así como reforzar «las relaciones diplomáticas y la seguridad» de Japón.
En este sentido, anunció que continuará aplicando su política económica destinada reactivar la economía a través de agresivos estímulos monetarios y un cuantioso gasto público, con el objetivo de «crear un ciclo positivo a partir de la próxima primavera».
En la misma línea, recalcó que «presionará a las empresas para que aumenten los salarios» y lograr que la mejora económica «se note en la vida cotidiana» de los japoneses.
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