Mujeres en Japón reconocen mejoras, pero falta cambiar la mentalidad de los hombres

 

Levantar barreras para las mujeres trabajadoras, el gran reto de Abe


Empleadas japonesas

Antonio Hermosín / EFE


Las mujeres todavía se enfrentan a una «carrera de obstáculos» sociales y laborales en Japón, lo que constituye uno de los grandes retos pendientes para el primer ministro nipón, Shinzo Abe, ante un posible segundo mandato.

Japón es uno de los países desarrollados con menor tasa de empleo femenino (del 62,5 por ciento en 2013) y que peor puntúa en los índices de igualdad, al mismo tiempo que cuenta con una baja natalidad -actualmente del 1,4 por ciento- y una de las poblaciones más envejecidas del mundo.

En este contexto, Abe situó la participación laboral de la mujer como prioridad política dentro del plan conocido como «Womenomics», pero después de dos años en el poder y cuando afronta unas elecciones anticipadas como claro favorito, el primer ministro nipón no ha logrado cumplir las expectativas.


«No siento que la situación de las mujeres haya mejorado realmente», señala a Efe Yuri Ichikawa, responsable de márketing de una compañía de telecomunicaciones y madre de una hija de un año.

Miwa Okubo y Hiroko Kuramochi, ambas empleadas y con hijos, también creen que sigue siendo «difícil» o «muy difícil» compaginar ambas cosas, aunque reconocen que ha habido «mejoras» recientes, como el aumento de las plazas de guarderías.


Las tres pertenecen al minoritario grupo de madres niponas trabajadoras, en un país donde seis de cada diez mujeres abandonan su empleo tras dar a luz, por motivos como las largas jornadas laborales o las normas fiscales que desincentivan que las casadas trabajen a tiempo completo.

Para conciliar vida laboral y familiar, muchas de ellas optan por una reducción de jornada, aunque esto limita sus opciones profesionales o las expone a la discriminación de sus superiores, como es el caso de Kuramochi, madre de dos hijos de 3 y 6 años y empleada como administrativa en una empresa de alimentación.

«Me asignaron tareas que estaban por debajo de mis cualificaciones. Llegué a sentirme inferior a mis compañeros», comenta a Efe Kuramochi, quien añade que su carrera se estancó debido «a la evaluación injusta» por parte de su antiguo jefe.

No obstante, tanto Kuramochi como Ichikawa consideran que la cultura laboral «empieza a cambiar» en Japón gracias a las nuevas leyes e incentivos, lo que se refleja en una «mayor flexibilidad» en las empresas.

«Espero que esto no sea sólo una ‘fiebre pasajera’ de ‘Abenomics’ (el plan de crecimiento económico de Abe) y que continúe mejorándose durante los próximos años», señala Ichikawa.

Al margen de más medidas de apoyo por parte del Gobierno y de las empresas, todas las consultadas están de acuerdo en que es necesario terminar con los prejuicios y los roles conservadores arraigados en la sociedad nipona.

«Todavía hay demasiados maridos que piensan que cuidar de los niños es cosa sólo de mujeres», destaca Ichikawa.

«Si no cambia la mentalidad de los hombres japoneses, aunque se construyan miles de guarderías no cambiará la situación para las madres trabajadoras», señala por su parte Okubo, empleada como auxiliar administrativa en una institución cultural.

Hoy día muchas jóvenes japonesas «prefieren ser amas de casa» porque «no encuentran un empleo satisfactorio o no quieren trabajar jornadas maratonianas», y porque no tienen «modelos de mujeres con éxito profesional en los que fijarse», añade esta madre trabajadora.

Esto es producto de las persistentes diferencias salariales por géneros y de la ínfima presencia femenina en los puestos de responsabilidad, por debajo del 12 por ciento.

Abe prometió elevar esta cifra al 30 por ciento para 2020, y el pasado noviembre aumentó a cinco el número de ministras en su Gabinete -de un total de 18 cargos ministeriales-, aunque este gesto simbólico quedó enturbiado por las sospechas de corrupción sobre las dos nuevas titulares, que terminaron por dimitir.

«Aún tiene que aumentar el número de políticas, y no solo el de las ‘colocadas’ por Abe, para que se oigan nuestras voces», comenta en este sentido Okubo, quien lamenta que la situación de la mujer «apenas se haya tratado» en la campaña electoral.

 

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