Oro, acuario y esquís forman parte de la experiencia de satisfacer las necesidades fisiológicas
Antonio Hermosín / EFE
En Japón, ir al baño puede ser una experiencia única gracias al nivel de sofisticación de los retretes nipones, que alcanza su máxima expresión en inodoros recubiertos de oro, rodeados por un acuario gigante o que meten al usuario en la piel de un saltador de esquí.
Los avances tecnológicos de los retretes nipones suelen ser uno de los primeros aspectos que llama la atención a los extranjeros que visitan el país, que quedan fascinados por unas insólitas funciones que trascienden las necesidades fisiológicas.
Muchos de los váteres modernos de Japón incluyen extras como el bidé integrado -un chorro de agua con temperatura y presión regulables-, calefacción del asiento o un botón que simula el sonido de la cisterna para camuflar otros ruidos sin necesidad de gastar agua.
Pero la aspiración nipona de crear el «retrete perfecto» va mucho más allá de lo funcional, y se refleja en baños con diseños extravagantes, sorprendentes o provocadores que se han convertido en atracciones en sí mismos.
Es el caso de los aseos del turístico Robot Restaurant del barrio tokiota de Shinjuku, que cuentan con váteres y urinarios bañados en oro y rodeados de azulejos de colores psicodélicos procedentes de 7 países, un ostentoso decorado al estilo de esta sala conocida por sus espectáculos de bailes robóticos, luces de neón y «Pole Dance».
El establecimiento «cuida mucho su diseño interior y otros detalles» con el afán de ser «un lugar único», según dijo a Efe Yumi Ito, portavoz del Robot Restaurant, cuya construcción costó 10.000 millones de yenes (98 millones de dólares).
«El show y el restaurante en sí mismo son muy llamativos, por eso no queríamos dejar unos baños normales», señaló Ito, quien añadió que muchos de sus visitantes «van enseguida al baño cámara en mano» al acudir al local, llegando a perderse el inicio del espectáculo.
Por su parte, los baños del Resort Madarao Kogen de la región de Nagano (norte de Japón) sumergen a sus clientes en un ambiente muy acorde con este popular destino de esquí que acogió los Juegos Olímpicos de invierno de 1998.
Al sentarse en el retrete, los usuarios pueden sentirse como un esquiador profesional antes de un salto olímpico, gracias a un vertiginoso decorado que recrea una pista nevada en medio de un paisaje montañoso y a los esquís colocados frente al inodoro.
Otros aseos invitan más a la relajación, como los servicios femeninos del Café Mumin Papa de Akashi (sur del país), rodeados de paredes y techos de cristal que contienen un gran acuario con peces tropicales y tortugas marinas.
También abundan los aseos con motivos sexuales: urinarios que evocan vulvas, bocas o nalgas, lavabos esculpidos como torsos femeninos y masculinos, grifos con forma de penes o váteres que simulan posturas sexuales.
No hay límites para la imaginación aplicada a los retretes en Japón, donde también pueden encontrarse inodoros al aire libre en medio de paisajes idílicos, construidos con piezas de instrumentos musicales como trombones o guitarras o forrados con microchips y otros componentes electrónicos.
Incluso hay modelos que aúnan higiene con vocación ecológica, como el prototipo «Toilet Bike Neo», un híbrido entre retrete y motocicleta alimentada con biogás y exhibido por el fabricante nipón de inodoros Toto en varios salones del automóvil.
Y es que los aseos son «un espacio imprescindible para cualquier persona y que visitamos a diario entre cuatro y seis veces de media», según destaca la comentarista nipona de baños Maritomo en su libro «Nippon Toire Hoka» («Aseos japoneses, etc.») publicado recientemente por la editorial Aspect.
Esta obra recopila 78 de los retretes más fascinantes de Japón, documentados por la autora durante sus viajes por el país a lo largo de una década.
«Los baños son uno de esos pocos lugares donde puedes librarte de las tareas cotidianas, donde tienes intimidad y privacidad y donde nadie te molesta», señala Maritomo en el prólogo para justificar su interés por la materia.
El problema es que en Japón también existen retretes que incorporan ordenador, teléfono e impresora, lo que dificulta que uno pueda evadirse ni en su tiempo de aseo.